CAPÍTULO II

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Parte 2

Nueva York, 1987

     " - Hoy tenemos noticias de que la banda más grande de rock de la historia ha llegado a Nueva York, los fans están eufóricos por los integrantes que conforman esta gloriosa banda. Ha empezado una fiebre inmensa por Inefable, los fans están rodeando el hotel en el que se están hospedando de día y de noche, con la esperanza de poder estar frente a frente a estos asombrosos músicos. Andrea Hernández baterista de de Inefable, Tommy Lee baterista de Mötley Crüe y con la sorpresa de Eric Carr baterista actual de Kiss, serán entrevistados esta misma tarde a las catorce horas en el canal de MTV, no se lo vayan a perder".

     - ¿Izzy? 
     La baterista se talló los ojos, apenas pudiendo abrir correctamente los ojos. El guitarrista se dio la vuelta y sonrió de lado.
     - Justamente a ti te quería ver.
     - ¿Por qué?, ¿sucedió algo? 
     - Nada, quería ver si quieres ir a caminar conmigo, hace un tiempo que quiero conocer un puente aquí y quería ir a verlo.
     - ¿Y por qué yo?
     - Porque eres mi mejor amiga y todos están dormidos.
     - Está bien, iré a cambiarme, mientras quédate en la sala. 

     - Pensé que habría un poco más de gente.
     - No creo que todos quieran levantarse a las siete de la mañana para venir aquí Izzy.
     - Cierto. 
     Sonrieron y siguieron caminando, mirando la vista que brindaba el puente, que en realidad no decepcionaba en absoluto. 
     - Se siente extraño…
     - ¿Qué? 
     Andrea miró a Izzy y negó, había pensado en voz alta - el único lugar al que solía salir a pasear era por el Distrito Federal, se siente extraño esto. Caminar sin ver a la gente que conoces, no sé si este puente es más transitado por las tardes, pero ahora se siente tan solitario, demasiado frío.
     - Sí, lo mismo pensaba - sacó un cigarro y lo encendió, llevándose este a la boca - y más ahora que no hay ni rastro del sol. 
     - Sí… 
     - ¿Y qué hiciste cuando regresaste a México? 
     - Tuve que conseguir de nuevo empleo, tuvimos suerte de conseguir un apartamento humilde que podíamos pagar.
     - Lo siento.
     Se detuvieron a la mitad del puente, mirándose directamente a los ojos, queriendo que la palabras fueran más sinceras. 
     - Te mentiría si te dijera que no tengo un cierto grado de rencor - habló ella con la voz débil - te mentiría si te dijera que no me siento aún traicionada por ustedes Izzy, si te dijera que después de salir de aquí estuve mejor porque no fue así, después de haber salido de este país nos costó demasiado volver a tener una vida normal. No quiero que me veas como una persona que solo quiere recordarte lo que hiciste, pero…
     - No. Estás en tu derecho, tienes razón. Ustedes nos ayudaron y solo bajamos la mirada cuando sucedió todo el problema. Merecemos tu odio, sobre todo yo. 
     - Izzy…
     - ¿Qué clase de mejor amigo te abandona y finge que no hizo nada malo?, porque lo hice, traté de fingir que no hice nada, que no fue mi culpa, pero cada vez fue más difícil mantener esa postura. 
     Tiró el cigarro al suelo para después pisarlo, lo agarró y lo metió a su bolsillo. La culpa era insistente en su subconsciente aun si ya había sido perdonado. La chica lo abrazó, quedando escondida entre la gruesa chamarra negra que el guitarrista se había colocado ese día; él correspondió el abrazo, la envolvió entre sus brazos con fuerza, como si nunca quisiera dejarla marcharse, y así era. 
     - Te adoro ardilla.
     - Tenías que arruinar el momento con el peor apodo de la historia.
     Rieron y se tomaron de la mano para continuar su camino, no se decían nada, no querían hacerlo. El silencio no era tortuoso, mucho menos incómodo, por el contrario, era muy agradable. 
     - Andrea…
     - ¡A un lado! 
     Un hombre pasó corriendo demasiado rápido que fue imposible para la baterista esquivarlo, golpeando con su hombro, provocando que su bolso y por ende sus cosas cayeran al suelo. 
     - ¡Fíjate idiota! 
     - ¡Lo siento! 
     - No puede ser- suspiró.
     Ambos recogieron las cosas del suelo, pero algo llamó la atención de Stradlin, un bote pequeño de color naranja. Lo tomó y leyó la etiqueta, dándose cuenta de que eran pastillas antidepresivas. Andrea lo miró, sus ojos se abrieron en pánico y le arrebató el bote de la mano, guardando este de inmediato.
     - Gracias - se levantó y comenzó a caminar.
     El guitarrista se quedó confundido, demasiado. Caminó hasta alcanzarla y de nuevo unió su mano con la suya, no quería hacer preguntas ahora porque ella se veía demasiado nerviosa, muy afligida incluso. Caminaron hasta llegar al final del puente, de ahí caminaron hasta una cafetería y pidieron su desayuno, aún sin hablarse. 
     - ¿Por qué…?
     - No quiero hablar de eso. 
     Se abstuvo de hacer cualquier pregunta. Desayunaron en total silencio, Andrea siendo la más silenciosa de los dos. Al final cada quien pagó la mitad de la cuenta y salieron.
     - ¿Podemos sentarnos ahí? 
     Andrea miró el lugar que señalaba y asintió. Se sentaron en una banca, contemplando la gente que pasaba de un lado a otro. 
     - Los tomo desde hace años - murmuró, Izzy la miró y prestó total atención a lo que iba a decir - mucho antes de siquiera cumplir trece. 
     - ¿Por qué?
     - Cuando tenía ocho años un psiquiatra determinó que había desarrollado fuertes síntomas de ansiedad y depresión. Comenzó como solo indicios de cambios de humor, mis padres pensaban que era porque estaba creciendo y era parte de la adolescencia - se relamió los labios - hubiera preferido que así fuera.
     - ¿Cómo es que se desarrolló?
     - No lo sé, nadie lo sabe. He ido de psiquiatra en psiquiatra, especialistas, terapias, pero no. Nadie tiene una respuesta. Solamente apareció como una mancha imborrable. Sabes, no es fácil lidiar con esto y tener una vida tan alocada como una estrella de rock. No es fácil ocultar las cicatrices tanto sentimentales como físicas, no es fácil… - con miedo, su mano izquierda se acercó a su mano derecha y desabrochó el guante de cuero, lo deslizó cuidadosamente.
     - Dios - pronunció anonadado. 
     Andrea apartó la mirada, le daba vergüenza, le daba asco. Izzy tomó su mano con cuidado y la miró más de cerca. Grandes cicatrices de dientes se hayaban por toda la extensión del dorso, siendo mucho más visibles por su piel pálida. Estaban moradas, verdes, muy pocas incluso llegaban a verse negras. De sus dos manos era la derecha la que estaba mucho más maltratada, mucho más dolida. 
     - ¿Por qué son…?
     - ¿Mordidas? - asintió - es una dermatofagia, empecé con rasguños, ahora con eso. Mis padres me compraron los guantes y nunca me los puedo quitar, a excepción de cuando voy al baño, claro. Pero nunca me he podido quitar los guantes fuera de esa excepción, ni siquiera cuando tengo que ducharme, incluso ya parecen ser parte de mi cuerpo, parte de mi piel.
     Se colocó de nuevo su guante, ocultando su realidad, ocultando de nuevo  su verdadera personalidad. Izzy la abrazó de lado, rodeando sus hombros con su brazo derecho.
     - Todo estará bien - susurró. Besó su frente y la miró directamente a los ojos - prometo nunca abandonarte de nuevo Andrea, te apoyaré siempre. 
     - Gracias Izzy.
     - Te amo Andrea, siempre serás una pequeña hermana ardilla para mí. 
     - Siempre te gusta arruinar los momentos serios y lindos, pero también te amo Izzy. 

CRISIS DE UNA SONRISA | Fanfic Izzy Stradlin/Mundo RockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora