Hora de hablar.

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Por aquellos días, Sirius les enviaba lechuzas a diario. Al igual que Hermione, parecía que su interés primordial era ayudar a que Harry pasara la tercera prueba, antes de preocuparse por otros asuntos, esto hasta que Chloe recibió un collar por parte de Sirius con un dije de escudo familiar al igual que Franco y este les pidió investigarlo, Hermione tomó la tarea como personal.

En cada carta les recordaba que, ocurriera lo que ocurriera fuera de los muros de Hogwarts, ni era asunto suyo, ni podía hacer nada al respecto.

Si Voldemort está realmente recobrando fuerzas —escribía—, lo primero para mí es su seguridad. No les puede poner las manos encima mientras estén bajo la protección de Dumbledore; pero, aun así, es mejor no arriesgarse: entrénense para el laberinto, y luego ya nos ocuparemos de otros asuntos.

Chloe insistía en hacer que Harry repitiera 5 veces cada hechizo y Hermione seguía buscando más hechizos.

. .  .

El desayuno fue muy bullicioso en la mesa de Gryffindor la mañana de la tercera prueba. Las lechuzas llevaron a Harry y a Chloe una tarjeta de Sirius para desearle buena suerte a ambos.

No era más que un trozo de pergamino doblado con la huella de una pata de perro, pero Harry y Chloe la agradecieron de todas maneras.

Llegó una lechuza para Hermione llevándole su acostumbrado ejemplar de El Profeta. Lo desplegó, miró la primera página y escupió sin querer el zumo de calabaza que tenía en la boca.

—¿Qué…? —preguntaron al mismo tiempo Harry y Ron, mirándola.

—Nada —se apresuró a contestar ella, intentando retirar el periódico de la vista. Pero Ron lo cogió.

Miró el titular, y dijo:

—No puede ser. Hoy no. Esa vieja rata…
—¿Qué? —preguntó Harry—. ¿Otra vez Rita Skeeter?-

-¿Qué hizo? – Preguntó Chloe una vez terminó de comer.

—No —dijo Ron, e, igual que había hecho Hermione, intentó retirar el periódico.

—Es sobre mí, ¿verdad?-Habló Harry

-¿O sobre mi? – Siguió Chloe.

—No —contestó Franco, en un tono nada convincente, pues el había visto el periódico por encima del hombro de Ron.

Pero, antes de que Harry pudiera pedirles el periódico, Gregory Goyle gritó desde la mesa de Slytherin:

—¡Eh, Potter! ¿Qué tal te encuentras? ¿Te sientes bien? ¿Estás seguro de que no te vas a poner furioso con nosotros?-

También Goyle tenía en la mano un ejemplar de El Profeta. A lo largo de la mesa, los de Slytherin se reían y se volvían en las sillas para ver cómo reaccionaba Harry y Draco, Pansy, Theo y Blaise hacían caras raras a los demás Slytherine y estos dejaron de reír, pues aunque ahora eran traidores esos cuatro aún eran de temer.

—Déjame verlo —le dijo Harry a Ron—. Dámelo.

A regañadientes, Ron le entregó el periódico. Harry le dio la vuelta y vio su propia fotografía bajo un titular muy destacado:

Un Fénix Oscuro. [2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora