Por más que la marea inundara nuestro hogar, por más que el viento intentara mover las montañas o el sol secar nuestra tierra, existiría la luna que nos traería paz y tranquilidad.
Para muchas señales de destrucción, para mí señal de esperanza pues esa era su belleza, verse pura y destructora a la vez.
—Selene que bueno que te encuentro— la voz de mi madre erizo mi piel, alarmando cada uno de mis sentidos.
—¿sucede algo?
Nuestra gran rangatira estaba demasiado nerviosa, ya no sé veía imponente en verdad era todo lo contrario parecía débil.
—Necesitaré que te guardes en tu habitación por unos días — mencionó, el tohutohu me quiere matar por algo que no sé.
Yo asentí y me adentré en mi casa, obstinada, terca y egoísta pero tarada jamás.
Okey diré la verdad.
Yo había corrido un rumor sobre que Selene Ocea había nadado en el océano, claramente el tohutohu se alarmó y me dictaron una sentencia, lo que nos llevaba a este momento.
¿Que ganó con todo esto?
Tiempo, una daga y mí salida de Kihi.
Lamentablemente Asher y Aniden estaban incluidos, claramente a Leia no le gustaba para nada nuestro acuerdo.
A mí no me encantaba del todo tampoco.
Pero no tenía opciones, debía salir de esta isla que además de mí cárcel se había convertido en mi próximo lugar de muerte, claro esto último solo el tohutohu lo sabía.
—¿Enserio?— exclamó Lee caminando de un lado a otro en mi habitación, yo asentí varias veces.
—Lee no tengo opción...
—¡Selene! Esto no es porque no tengas opción— declaró apuntándome con su dedo, me quede petrificada ella jamás me había hablado así.
—Leia, me quieren muerta y esos tritones pueden ser malvados o tiranos pero son mi salvación, prefiero ser una esclava a la muerte ¡Decide o estás conmigo o en mi contra!— Nunca le había hablado así a Leia pero hoy no tenía paciencia, ya estaba firmada mi sentencia de muerte.
—Escuchare los rumores que andan en los pasillos y averiguare que planean contigo— declaro mirándome firmemente, suspiro y sonrió, Esa sonrisa era de la Lee que yo tanto amaba.
—¿Estarás bien?
—Apronta las maletas, esta noche zarpamos de Kihi—declaro y sin decir nada más se marchó de mi habitación.
Mi cerebro quedo en trance unos minutos, ¿Lo lograría? ¡Lo lograría! ¿O acaso estaba adelantando las cosas? Fuera lo que fuera la felicidad se me notaba.
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Kihi
Short StoryGracias a una guerra las sirenas evolucionaron hasta las Anfinitas, sirenas de la tierra, estas mujeres no tienen cola sino que piernas con algunas escamas. El mar es prohibido para estas hermosas mujeres pues ese es el territorio de los tritones y...