6.Koreutu

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Cuando tomas una vida, cuando abres los ojos lo notas, algo en ti cambio, algo se derrumbó

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Cuando tomas una vida, cuando abres los ojos lo notas, algo en ti cambio, algo se derrumbó.

—No soy una asesina — declare mientras caminábamos por el bosque.

—No dudaste al disparar— recalcó Aniden.

Dios qué nombre espantoso

¿Aniden por casualidad tienes un apodo o algo?— pregunté, él hizo una mueca pero luego asintió.

—Príncipe de Makariri — enunció con una mirada superior.

Noté como Asher murmuro algo que no alcancé a oír.

—Así que eres el príncipe de tu isla, debe ser muy aburrido—murmuré con una sonrisa.

Por alguna razón noté como sus ojos se iluminaban.

—¿Pueden prestar atención en el terreno? No quiero caerme en una fosa o algo así — declaró Asher, Dios que insoportable.

El único lugar donde te podrías caer son las piscinas lunares y estamos lejos de ellas.

—¿Nadan en piscinas?— preguntó Aniden mirándome con Horror, yo asentí.

—Y luego dicen ser descendiente a de sirenas — ironizó Asher

Ignore su comentario y seguí caminando, el bosque estaba húmedo por alguna razón, la temporada de lluvias aún no llegaban a Kihi pero al parecer la tierra transpiraba.

—¿Porque quieren estudiarme?— pregunté acordándome de la charla de ayer.

—Es un tema para hablar en otro momento — puntualizó Asher, mi mirada se fijó en él, todo de ese chico llamaba atención pero sus ojos era lo que me hacía erizarme de pies a cabeza.

Dicen que los ojos son el reflejo del alma, Asher tienes un alma misteriosa, llena de secretos, mentiras y dolor.

La noche hacía presencia en Kihi, el sol se escondía por el horizonte y eso solo nos indicaba que la hora había llegado.

Algo en mi interior se removió intuyendo que algo no estaba bien y sí que no lo estaba, no tenía claro que querían saber de mí estos dos chicos, no sabía dónde estaban las Anfinitas y estaba de noche, lo último solo podía significar una cosa...

Lobos.

Debía caminar lentamente, por las dudas de atraer alguno pero claro los dos Tritones que me seguían pues no ayudaban en mucho.

—¿Podrían hacer silencio?—murmure

—Claro sirenita.

Era una persona que se irritaba fácilmente, lo aceptaba, pero estos dos chicos sabían que hacer exactamente para que me enojara muchísimo más rápido.

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