Cap. 22

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Tras un día más de travesía, la tripulación y el Capitán llegaron por fin a los mares gobernados por Keylor Waves.
El mar se calmó de repente, relajado, sin ni una sola ola; de hecho, el barco parecía deslizarse por el agua sin tocarla. El viento era tan suave como una pluma, y aún así, viró bruscamente la dirección en cuanto siguieron adentrándose en aquellas aguas, y ya sin necesidad de timonel, el barco gracias al viento navegaba sólo a ritmo tranquilo hacia el interior de aquella "calma chicha", como lo llamó el Capitán.

-Ésto no puede ser bueno... -masculló entre dientes- preparaos. Es posible que ésto se ponga feo.

En la lejanía, se oía el retumbar de una tormenta, que poco a poco se acercaba.
Y cuando estuvieron lo suficientemente cerca de ella, pudieron ver horrorizados como un gran remolino en el agua se formaba. Cada vez se acercaba más y más, mientras se hacía más y más profundo.

-¡Izad las velas! ¡Soltad los cabos! -bramó el Capitán, mientras la tripulación obedecía- ¡Percyval despliega las alas!

-¡A la orden Capitán!

Con un ligero "crack", el barco de repente comenzó a volar... Más bien, a planear. Desde el borde del remolino, el barco planeaba semi girado hacia un lado, siguiendo la corriente del agua, pero sin tocarla.
Con fuerza, la tripulación se agarraba a lo que podía, la mayor parte. El resto, caminaban/resbalaban por el barco, sujetados malamente por cuerdas.

El Capitán parecía estar disfrutando como nunca antes, y con una sonrisa gritó:

-¡Hoy es el día muchachos! ¡Hoy acabaremos con Keylor Waves de una vez por todas! -Y extasiado por la adrenalina añadió- ¡Hechar leña al motor, vamos a remontar el remolino!

-¡Capitán! -gritó Mantis- ¡No sabemos dónde está el motor, nunca nos lo ha enseñado!

-Confiar en marineros decían; -gruñó- nunca dejes a otros lo que puedes hacer tú mismo.

Y mientras la lluvia y el mar le empapaba el cuerpo, y los truenos de la tormenta retumbaban con fuerza, el Capitán hizo uso de su peculiaridad, y se clonó varias veces. Eran copias idénticas a él, igual de mojados, igual de cansados, igual de cegados por la adrenalina. Éstos, se hicieron invisibles, y tras un momento, un fuerte ronroneo mecánico y un creciente olor a quemado indicó que los "Capitanes" habían encendido el motor.
El barco, echando humo por la popa, comenzó a inclinarse hacia ésta, mientras el creciente rugir del motor indicaba que cada vez se estaba calentando más. Poco a poco, dejaron de planear en círculos (dentro del remolino) descendentes, para pasar a planear en círculos rectos, y finalmente, ascendentes.

-¡Querida tripulación, hoy vamos a ganar, hoy será el día de nuestra victoria! ¡Levantar el ánimo, levantar vuestras armas, y preparaos para la batalla, porque hoy vamos a hacer historia! -exclamó el Capitán, infundiendo pasión en cada una de sus palabras, y en cada uno de sus marineros-

-¡Ya habéis oído, -gritó Alloy- coger vuestras armas!

E intentando no caerse, cada uno fue a por sus armas, algunas de las cuales ya estaban resbalando por el barco de un lado a otro, por el vaivén que éste hacía al volar en espiral hacia arriba.
El barco siguió ascendiendo entre la lluvia, luego, entre las nubes y rayos de la tormenta, y finalmente, hasta llegar a la altura de otro barco de tamaño semejante al suyo, lleno de algas, conchas, y corales.

-¡Keylor Waves! -Gritó el Capitán- ¡Ha llegado tu hora!

Pero no hubo respuesta. Al menos, no hubo respuesta verbal; sin embargo, caparazones que había tallados en el casco del barco, resultaron no estar tallados y se desplegaron, revelando ser una especie de guerreros tortuga, que tenían una armadura con cola incluida de un cocodrilo o una bestia parecida.

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