¿Infantil, Yo?

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Me desperté gracias al olor del desayuno que probablemente Kathy está preparando. Huele delicioso.

Abrí los ojos y me extrañó el hecho de estar en mi habitación. ¿Cómo llegué aquí? ¿Cuándo me cambié? ¿Qué pasó anoche? ¿Qué hora es?.

Me fijé en el reloj; diez veintisiete de la mañana. Bueno, no es tan tarde.

Me puse de pie y salí al pasillo. Bajé las escaleras y me dirigí hacia el delicioso aroma proveniente de la cocina. Kathy estaba haciendo panqueques de mora azul y leche con chocolate. Delicioso.

-Buenos días- saludé a Kathy como de costumbre cuando ella no va al trabajo.

-Buenos días, ____. ¿Has dormido bien?- me preguntó apartando la vista del horno y regalándome una cálida sonrisa.

-Si, gracias. ¿Tu?

-También, querida.

-¿Y Kendall?- ni siquiera me fijé si estaba en su habitación, pero como de costumbre, tengo ganas de verlo.

-Pues no ha bajado. De seguro debe seguir durmiendo. ¿Por qué no vas a despertarlo? Estas delicias ya casi están- volvió la mirada a los pequeños panqueques que yacían en el horno haciéndose cada vez más y más esponjosos.

-De acuerdo. Bajamos en un rato- salí de la cocina y subí las escaleras hasta estar fuera del cuarto de Kendall.

Abrí la puerta con cuidado y ahí encontré a Kendall durmiendo plácidamente en su cama. Estaba cubierto con una cobija hasta el torso y tenía el pecho descubierto.

Se ve tan sexy. Entré y cerré la puerta sin hacer ruido y me acerqué a él. Su respiración iba lenta y su cabello estaba despeinado. No sé si pueda despertarlo; podría verlo dormir por horas o incluso días o meses. Es tan... Perfecto.

¡Ya sé! Iniciemos esta mañana de una manera juguetona. Me coloqué cuidadosamente a horcajadas sobre él y empecé a hablarle cariñosamente.

-Kendall... Keeendaaaall....- se quejó pero ni siquiera se molestó en abrir los ojos-. ¿Ah si?- comencé a hacerle cosquillas como él siempre lo hace; es mi venganza.

Abrió los ojos rápidamente y comenzó a retorcerse debajo de mi. Pude observar como estaba algo frustrado pero a la vez sonreía con esa hermosa y blanca sonrisa que solo él tiene.

-¡No! ¡____! ¡Basta! ¡Quiero dormir!- logró ponerme debajo de él y ambos teníamos las respiraciones agitadas.

-Buenos días, amor- le dije mirándolo a los ojos y plantando un beso en su barbilla-. ¿Cómo amaneciste?- le pregunté en tono burlón.

-Ha ha.. Muy graciosa, preciosa- me guiñó un ojo y me besó como solo él sabe hacerlo, dejándome con ganas de más-. Pues bien, aunque fui despertado de una manera muy cruel y despiadada.

-No te quejes, Schmidt. Ya era hora de que tomara mi venganza por todas esas veces. Además, no soy cruel; soy asombrosa.

-Si claro. Ya niña, no seas infantil- se rió y se puso de pie.

-¿Infantil, yo?- puse cara sorprendida-. Mira quien lo dice, Sr. Doble Arcoíris.

-¿Ya vas a volver con eso?- se rió y me puso los ojos en blanco.

-Nunca dije que lo dejé- le guiñé un ojo y le di un beso en la mejilla-. Ya, vamos a desayunar niño.

Diciembre 21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora