Su Fiesta En Lugar De La Mía

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Eran las 11:55 p.m. ¡En cinco minutos cumpliría ocho años! Estaba muy emocionada. Me quedé pensando como mis padres me harían una fiesta muy bonita con globos, confeti, un pastel muy grande y delicioso, todo de color azul;mi color favorito.

Ellos siempre me han hecho increíbles fiestas, y nos queremos bastante; son los mejores papás del mundo.

Por fin llegó la media noche. Era Diciembre 21, mi cumpleaños. En ese momento vi a mis padres entrar con un pastelillo de glaseado azul marino, azúcar celeste y una vela con forma de número 8.

-¡Feliz cumpleaños, amor!- ambos estaban tan felices como yo; se acercaron a mí y dejaron el pastelillo en mi mesita de noche.
-¡Sí, es mi cumpleaños! ¡Ya tengo ocho!- dije saltando un poco en mi camita.
-Así es, princesa. Ya tienes ocho; estas creciendo muy rápido- mi mami me dio un cálido abrazo y yo me le colgué del cuello devolviéndoselo.
-Pide un deseo, hermosa- dijo mi papá dándome un beso en la mejilla y acercándome el pastelillo con la vela encendida.

Hmm, ¿qué puedo pedir?, pensé y puse mi mano en mi barbilla. Había tantas cosas que quería. ¡Ya sé!

Cerré mis ojos y junté mis manos. Deseo poder tener una fiesta, justo como la quiero. Soplé la pequeña llama y mis padres aplaudieron.

-¡Bravo! ¿Qué deseaste, mi amor?- mi madre tomó el pastelillo y lo puso en mi mesita de noche.
-Ay mami, no les puedo decir, si no, no se cumple- se supone que los papás ya deberían saber esto de los deseos.
-Esta bien, esta bien- ambos negaron con la cabeza y rieron.
-Y... ¿Me harán una fiesta?- pregunté ansiosa. Oh, por favor, digan que si.

En ese momento, las sonrisas de mis padres fueron desapareciendo mientras se miraban el uno al otro, esperando a quién podría darme la noticia.

Finalmente, mi papá habló.

-Mira, cariño, ya sabes que te amamos mucho y que nos encantaría hacerte una fiesta, pero... Debes entender que en esta ocasión... No podremos- me sorprendió lo que me dijo y a la vez me sentí algo decepcionada.
-¿Qué?, pero... ¿Por qué?- dije mientras sentí que la tristeza iba creciendo dentro de mi.
-Verás, mi amor, es que... Hoy también es el cumpleaños del hijo de mi jefe, y nos invitó a la fiesta. Sabes lo mucho que he trabajado para acercarme a mi jefe. Necesito un aumento, así podré hacerte tu fiesta.
-Pero... Yo creí que...- mi voz comenzó a quebrarse y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Me sentía muy triste, ya que mi deseo no se iba a cumplir.
-Lo sé, mi amor, lo sé- dijo atrayéndome a sus brazos- Daría lo que fuera para hacerte tu fiesta, pero será solo por esta ocasión, ¿está bien?

Solo pude asentir y dejar las lágrimas correr por mis mejillas.

-Lo lamento, ____. Bueno... Mejor te dejaremos descansar- asentí levemente y manteniendo mi mirada baja.

Me dieron un beso en la frente cada uno y se dirigieron a la puerta. Apagaron la luz y antes de salir, me susurraron "Buenas noches, cariño. Feliz cumpleaños".

¿Cómo podían hacerme esto? ¡Es mi cumpleaños! Yo ni siquiera conozco a ese niño. No creo que me vaya a caer bien; después de todo, por su culpa no voy a tener mi fiesta.

Me cubrí con las sabanas y continué llorando hasta quedarme dormida. No tenía opción.

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En la mañana, mi madre entró con una caja de cartón blanca y un listón azul

-Hola cariño- me sonrió levemente  y cerró la puerta detrás de ella.

-Hola- dije aún algo triste. Me senté para ver lo que la caja tendría.

-Vine a darte tu regalo. Pensé que podrías usarlo en la fiesta- se sentó en la orilla de mi cama y me dio la caja.

Deshice el moño del listón azul y cuando abrí la caja, había un hermoso vestido color azul. Me encantaba. Lo saqué de la caja y observé cuidadosamente cada detalle. Era muy bonito.

-¿Y bien? ¿Te gusta?- me preguntó mordiéndose una uña y con su mirada nerviosa.

-Claro mami, ¡Me encanta! Es muy bonito- no podía dejar de verlo. Era tan bonito y además era azul. Mi color favorito.

-Que bueno que te guste, mi amor. Bueno, ¡Póntelo!- dijo emocionada y con una gran sonrisa.

Me quité mi pijama y me puse el vestido. Era hermoso, me sentía una princesa.

-Te ves hermosa, mi amor- me dio su mano y me hizo dar una vuelta.

-Aguarda- dije mientras me dirigía hacia mi armario y tomaba una zapatos que quedaban perfectos con el vestido-. ¡Listo! ¿Cómo me veo?- dí otra vuelta.

-Como toda una princesa- ambas sonreímos. Tal vez no iba a tener mi fiesta pero, mis padres siempre me han dado buenos regalos.

Mi madre se sentó a mi espalda y comenzó a cepillar mi cabello.

-Mira, cariño... Sé que querías mucho esa fiesta, pero... Debemos ayudar a papá con su trabajo... ¿De acuerdo?

-Si, lo entiendo- asentí y ella empezó a rizar mi cabello con sus dedos.

-Además, podemos llevarte al lugar que más te guste para cenar y podemos ver juntos una película antes de dormir ¿Qué te parece?

-Hmm, esta bien- me encogí de hombros y suspiré. Si no hay otra opción...

-Esa es mi niña- dijo colocándome una diadema y girándose para verme cara a cara-. ____... En la vida vendrán muchos desafíos. Tienes que ser fuerte y ver el lado positivo ¿Si?. Dios no nos nada que no podamos soportar.

-De acuerdo- mi mami siempre sabe que decir. Es la mejor mamá del mundo.

-Ven aquí- dijo atrayéndome a ella y abrazándome-. Te amo, mi niña. Muchísimo.

-Yo también te amo, mami- la abracé con cariño.

-Bueno, vámonos. Tu padre ya debe estar esperándonos. No te preocupes, podrás divertirte en la fiesta y... Quizá, puedas hacerte amiga del niño.

-Mmm... Esta bien- me encogí de hombros y me miré por última en mi espejo.

Tomé su mano y nos dirigimos hacia el auto. Papá encendió el motor y nos dirigimos hacia aquella fiesta.

Ojalá pueda divertirme; es lo menos que puedo hacer ya que por culpa de ese niño no podré tener mi propia fiesta y disfrutar mi cumpleaños.

Supongo que es su fiesta en lugar de la mía.

Diciembre 21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora