3: Kevin Schmidt / Adios, Kendall

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Llegué a casa y Kendall estaba recostado en el sofá. Llamó hace rato para decirme que se había sentido mal y fue a casa. Traté de convencerlo de dejarme ir a cuidarlo, pero me dijo que no.

Antes de venir, había ido a revisarme con la doctora Fisher, quien era la ginecóloga que la doctora Miranda me recomendó.

Hoy se iba a saber el género del bebé y me iban a dar una foto de la ecografía.

Va a ser niño.

Me senté junto a Kendall y puse una mano en su frente. Está tibio, pero al menos no tiene fiebre alta como en otras ocasiones.

-¿Kendall?- dije en un susurro-. Kendall...

Abrió sus ojos lentamente, y al verme, me regaló una débil, pero hermosa sonrisa.

Me parte el corazón el ver que a pesar de todo, se esfuerza por mostrarse feliz para hacerme sentir mejor.

-Hey- dijo con voz leve y ronca.
-¿Cómo te sientes?- pregunté mientras acariciaba su mejilla.
-Algo cansado, pero mucho mejor ahora que estás aquí.

No pude resistirme y me agaché a darle un beso en su frente. Es tan lindo.

-Tengo algo que decirte.
-¿Cómo está el bebé?- preguntó ansioso.

Busqué en mi bolso la fotografía que me habían dado; a pesar de los colores monocromáticos, podía observarse la pequeña forma de nuestro hijo. Cuando la encontré, la tomé entre mis manos.

-¿Listo?- asintió levemente con una ligera mueca de dolor. Le mostré la foto y el la observó con cuidado.
-Es un niño- dije mientras una sonrisa triste aparecía en mi rostro. Ojalá Kendall pudiera haber ido conmigo.

Comenzó a ver la foto con tanta ternura, después la acercó a sus labios y le dio un pequeño beso.

-Es hermoso... ¿Cómo quieres llamarlo?
-Kendall... Quiero que tú elijas el nombre.
-Vamos, ____, elígelo tú.
-No; quiero que tú lo hagas- suspiro pesadamente y se rindió.
-Bien; se llamará...

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Septiembre 01

-Tranquila, ____, todo estará bien- Kendall sujetaba mi mano y miraba nervioso a todos lados.

Las contracciones habían comenzado, y créanme cuando les digo que duelen como el infierno.

-¡¿Dónde están los malditos doctores?!- grité desesperada.
-Tranquila, ya vienen.

En eso, varios doctores y enfermeras entraron a la habitación.

-¡Rápido! Llévenla a la sala de partos- gritó uno de ellos y el resto comenzó a moverme en la camilla.
-Señor, por favor retírese- le dijo una enfermera a Kendall.
-¡Soy su esposo! ¡Ese bebé es mío!- ella rodó los ojos y le tendió una bata, un gorro y un cubre bocas.
-Entonces póngase eso y no estorbe.

Llegamos a la sala de partos y me acomodaron en otra cama; me acomodaron las piernas y llegó un doctor.

-Bien, vamos a ver- dijo asomándose entre mis piernas-. Aún no estás dilatada, te falta muy poco.
-¡DEBE SACARLO YA!- el dolor crecía a cada minuto y la habitación se llenaba con mis gritos y gemidos.
-¡Solo un poco más!

Esperé lo que pareció una eternidad y después que el doctor terminara de revisar todo, llegó el momento más difícil de todos.

-Muy bien, ____, ¡Puja!
-¡AAAAHHHH!- pujaba con todas mis fuerzas y gritaba a todo pulmón.
-¡Vamos, mi amor, tú puedes!- Kendall estaba a mi lado y gritaba palabras de aliento.
-¡ESO INTENTO! ¡DUELE MUCHO!
-¡Vamos!, sujeta mi mano- puso su mano cerca de la mía, pero no iba a tomarla.
-¡NO! ¡NO QUIERO LASTIMARTE! ¡AHHHH!- dije terminando con un grito de dolor.
-¡Hazlo!, estaré bien, enserio.
-¡NO! ¡VOY A APRETAR MUY FUERTE! ¡NO TE VOY A LASTIMAAAR!
-¡Veo la cabeza!- gritó el doctor. ¡Vamos! ¡Sal, bebé! ¡A mami le duele!
-Vamos, ____, ¡Puja!
-¡AAAARRRGGGHHHH!

Diciembre 21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora