Peso de Sangre.

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Capítulo XVI.
Peso de Sangre.

















Un montón de pastillas habían acabado dispersas por el suelo de la suite. Eran opiáceos en formato oral, que habían sido lanzados en un arrebato espontáneo de la mujer. La angustia y la exasperación de no saber qué demonios ocurría con Eren, le llevaron a lanzarlas a fin de desatar su tensión. Había pedido unos recipientes de Valiums a la suite al rato de haber caído la lluvia que amenazó en todo su viaje de vuelta, con el objetivo de nublar su mente. Había ingerido unas tres pastillas de tirón, y cansándose de la misma, con una rabia súbita, había lanzado el recipiente por la suite, golpeando el suelo y diseminándose varias pastillas por el suelo. Maldita droga inútil, pensó, no servía para olvidar nada, puesto que seguía pensando en Eren, una y otra vez, y también en la llamada que había recibido antes de que se percatara que Eren había sido víctima de una sobredosis.

¿Ahora qué podía decirle a Levi? ¿Retrasa tus planes porque el jodido monstruo se está muriendo por una sobredosis? ¿Ya no hay necesidad, querido hermano, de que ensucies tus manos o que gastes tiempo en planes absurdos ya que Eren se había suicidado? ¿Que era una víctima de la adicción?

No, de ningún modo podría ir diciéndole que detuviera sus planes.

Aunque algo debía hacer.

Ahora, quedaba esperar el tiempo que fuera necesario para terminar con Eren. Tal vez el hombre podría demorar una semana, un mes, o tal vez pasarse la vida postrado en una camilla, entubado en su cuerpo entero, por un fatídico coma. Todo dependía del estado de Eren y cuán resistente fuera su cuerpo para soportarlo. Y ni siquiera eso era lo suficientemente grave e importante para Mikasa. La punta del iceberg. Lo que más le urgía, incentivaba aquel sentimiento de pánico y tensión en sus músculos, era la idea de perder a Eren, de haber sido su asesina sin quererlo por haberle suministrado una droga malévola con ingenuidad cuestionable. Mikasa nunca había pensado que podría lastimarlo y arrastrarlo a ese punto del precipicio. Fue sorpresivo para ella. 

Mikasa no quería perderlo de inmediato, y se había dado cuenta en las peores circunstancias, con el cronómetro y el tiempo corriendo más veloz que nunca. Era como arrepentirse a un paso de llegar a la meta, retroceder y marcharse. Por supuesto que no podía hacerlo, Eren acabaría con un balazo en la cabeza de todos modos, o bien su cuerpo sería encontrado algunos de esos días, tirado en la calle sin un puto órgano en su cavidad. Sí, era muy del estilo de Levi, cumplir y llevar hasta las últimas consecuencias sus propósitos, costase lo que costase, luchara con quien luchase. Carácter fuerte y tozudo, en realidad, Mikasa no podría hacer más que obedecer, porque aún si fuera la mayor y la heredera directa, era una mujer, y en la mafia, avanzaran los años lo que avanzaran, era vista como un sexo débil. Realmente, todo recaía en Levi, los planes, las estrategias, los hombres, los mandos. Mikasa vendría siendo el rostro de los actuaries de su hermano en silencio, detrás de su imagen. Cuán inmensa era la tozudez de su hermano, que si se enteraba que Mikasa estaba planeando desistir o mero escapar con Eren, sería él el mismísimo quien pondría un cañón en la nuca de Mikasa y dispararía contra ella para frenar su escape. Sí, podría ser dulce, un calmante, y una figura paterna, pero también un asesino, un sicario de sangre fría, adicto a los objetivos finales sin importar el medio.

Había cosas más importantes que la familia.

Mikasa no estaba muy segura de si también corría para ella.

¿Acaso sería más fuerte su familia, Levi, la venganza de su padre y su madre, que construir y cultivar la relación tenue que estaba experimentando con Eren? ¿Hacía dónde se inclinaba más la balanza? ¿Familia o su amorío?

VENDETTA. /꧁ 𝑬𝑹𝑬𝑴𝑰𝑲𝑨.꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora