Cada Uno De Ellos.

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Capítulo VII:
Cada uno de ellos.














Muy ajeno a lo que acostumbraba, Eren despertó percibiendo un sutil hundimiento al costado, que inclinaba el colchón ligeramente hacia dicho lado. Ligeramente, pues el cuerpo no era tan pesado, pero que, sin embargo, efectuaba una diferencia a sus anteriores mañanas. También, por sorpresa, había concretado una jornada de sueño de siete horas corridas, también muy ajeno a lo que había pensado dormiría, debido a la mala nueva de anoche. Dormir en compañía era una total experiencia nueva, nunca había dormido con alguien, nunca sintiendo un calor foráneo templar su lado. ¿Por qué nunca lo había intentado? Se sentía, de algún modo, reconfortante. Más de la mitad de sus noches de insomnio hubieran sido liquidadas por un cuerpo extra en su cama. Le daba un tipo de confort especial, uno como si llegase una pesadilla a atormentarlo y despertara de exalto, una mano ajena acariciara su nuca a fin de hacer que volviera a dormir.

Lo primero que vio fue el hombro desnudo de la mujer que yacía plácida y entregada a su lado. Tenía la camisa descorrida, y también los mechones decantaron por caer en el extremo opuesto, así despejaban aquella zona. No parecía tener frío por suerte de la presencia de Eren, que tapaba justo toda corriente de viento helado que decidiera correr por su lado. Además, no era como si la habitación estuviera congelada por el invierno, tenía un sistema de calefacción que entibiaba el salón completo.

Lo segundo que vio, fue a sus dos figuras perezosas en el reflejo del espejo del techo. Las comparaciones fueron inefables. Fue mirando el mismo espejo que pensó en la mujer sobre sus caderas mientras llegaba al límite. La yuxtaposición fue evidente. En esta ocasión, la verdadera, Mikasa descansaba apacible a su lado, viéndose tan tierna como un animal desprotegido. Si lo pensaba bien, fue ese mismo pensamiento que le incentivó a tomar su cuidado, y ordenarle dejar ese cabaret para que viviera con él. Sumado que había escuchado que tres de sus hombres, incluido Ernesto, a quién consideraba el más fortachón de todos, habían sido encontrados mutilados en la bodega. No quiso imaginar a la mujer en aquella situación.

Además, Eren parecía buscar esa compañía, llenar ese hueco, que había dejado su padre.

No podía admitirlo, no era como si el líder de una mafia aceptara que tenía miedo a la soledad, que le temía a la intranquilidad de las pesadillas, y a que en cualquier momento de su sueño alguien pudiera irrumpir en su cuarto y apuntar a su cabeza con un arma. Tal vez, la presencia de la mujer no haría una diferencia notable en cuanto a esto último, pero si las dos primeras. Era una grata presencia en la cual regocijarse. Además, ¿cómo explicar lo que sentía con ella? Claramente no podía sentir amor ni jurarle amarle por el resto de su vida, incluso Eren no estaba seguro que podría enamorarse en su vida, un hombre como él no se enamoraba, pero era algo mucho más profundo que eso, era evidente que existía algo. ¿Acaso vio a la mamá que nunca tuvo? ¿Acaso ella representaba un capricho momentáneo y superfluo de adolescente pasando a la adultez? ¿O era una confianza innata? Eren descartó todas las opciones anteriores frente a la opción de que quería cuidarla porque le nacía el instinto protector como a cualquiera podría nacerle con un animal a la desventura de la vida, o un bebé abandonado, o un niño expuesto a la cruel maldad de los adultos.

Eren podía separar en etapas a sus sentimientos y calificar cada etapa de la relación con Mikasa como mero placer o lujuria por su apariencia física, siendo la primera en el espectro, luego el interés por su personalidad descarada, y por último, y como punto culmine, que le hizo optar acogerla en la suite, fue el reconocimiento de su dolor, saber que en su cuerpo se impregnaban cicatrices, marcas de guerra.

VENDETTA. /꧁ 𝑬𝑹𝑬𝑴𝑰𝑲𝑨.꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora