Un Muy Especial Asesinato.

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Capítulo I:
Un Muy Especial Asesinato.

Esta es la historia de un niño asesino, un joven maleante, un sicario profesional, que toda su vida anheló amor, una seguridad inalcanzable e ilusoria.











De pequeño exhibía en un brutal desplante, la violencia encarnada en su cuerpo minúsculo. Así ganaba la vida en las calles. Era de pobladas cejas castañas, hombros anchos en comparación a su cuerpo entero, y una melosa piel tostada. En sus ojos se reflejaba coraje y una indebida sed de violencia que no debería tener a su corta edad. ¿Era cruel? ¿Era alguien cruel si su intención era defenderse? Una sociedad con aparente calma guardaba bajo la alfombra la cruenta masacre, al bajo mundo, al desperdicio de la humanidad que atacaba a los más pequeños sin hogar y debían por consiguiente defenderse a sí mismos para sobrevivir.

Era sanguinante, violento, superfluo.

Para ganarse la vida recurrió a los rostros pérfidos, las sombras menguantes de las calles. Una vez caído en el bajo mundo no le quedó de otra más que aferrarse a sus gentes, a las siluetas que por ahí navegaban habitualmente, a los rostros rubicundos de la calle, los hombres de muchos tatuajes, los de traje, o los que por una mala mirada podrían matarte. Por fortuna encontró a las personas indicadas, malas para otros, idóneas para él. Creeríamos que para un hombre perteneciente al bajo mundo era imposible la bondad. Pero aquel hombre vio el destello de la navaja en sus orbes verduzcos, el fulgor de lo que fue su juventud, y se compadeció como extrañamente se compadecen los mafiosos, de su estado abandonado. Como un padre con su hijo. Y en efecto, lo acogió en su mafia. 

Los automóviles de lujo, mujeres en ropa interior, el Rolex de diamante, los excesos, el lujo, el poder, la sumisión, se volvieron su nuevo hogar.

Antaño, el pequeño se ganaba la vida asaltando, su rostro era bien conocido en algunos locales circundantes, mayoritariamente de comidas. Vivía de peleas, comía lo que encontraba o lo que robaba, pues no podía comprar con dinero ganado honradamente, ni tenía padres que lo proveyeran. Vivía en las calles, dormía en las esquinas de los callejones, el típico niño que sucio paseaba por la avenida fomentando en su corazón la llama del rencor. Así, crecía y crecía el rencor que sólo conocía por asegurado en la vida. Nadie lo amaba, nadie lo quería adoptar en la cuna de su corazón, brindar un lecho cálido para que durmiera en placidez. Fue un soplo de alivio cuando se encontró a un hombre con rostro acabado, viejo y con muchos pliegues en la frente. 

Un Dios, un salvador. 

No, un padre. 

Así lo llamó por toda su vida, hasta incluso después de conocerlo, aceptando lo que era, su sórdido oficio, a qué gastaba los días de su vida. Era asesino en boca de otros, un maleante, un delincuente, un criminal, un animal, o un líder nato en otros, y sin embargo, para él siempre fue un padre. A la persona que se le envuelve en un lecho cálido, se le condiciona a seguidor. No importó que pronto le ordenara a su supuesto hijo querido y pequeño, de ocho años, traficar droga en su pechera, en sus calzoncillos y oculto entre sus botas de agua, no importó si con doce años de edad le ordenara matar a uno de sus súbditos por mal comportamiento y deshonra a la familia. No importó, pues a Eren sólo le interesaba gustar a su padre y en efecto obtener la dulce recompensa del cariño. No importó si lo que hacía era inmoral, cruel y violento.

Esta es la historia de un niño asesino, un joven maleante, un sicario profesional, que toda su vida anheló amor, una seguridad que nunca tuvo. 

En realidad, todo era una falsa ilusión. Nadie podría encontrar seguridad y refugio en una mafia endeble, una mafia con constante amenaza, una vida al borde.

VENDETTA. /꧁ 𝑬𝑹𝑬𝑴𝑰𝑲𝑨.꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora