CAPÍTULO 26

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JONG HYUN

Ayer, después de que Erika llorara en mis brazos, quedé inmóvil sin saber qué hacer. Su abuela no se dio cuenta de la situación, pero mi madre sí, y entró a la casa a preguntarme. Para mí era un misterio, estábamos bien, entristeció de repente.

Me costó conciliar el sueño, a pesar de haber estado despierto durante más de 24 horas. Sin embargo, desperté temprano sin ayuda de la alarma, ni siquiera mis padres están levantados. Estoy en la sala, viendo televisión para matar el aburrimiento. Las imágenes pasan frente a mis ojos, mas no presto atención, porque lo único que pienso es que en un par de horas mi mejor amiga subirá a un avión que la llevará lejos de mí.

—¿Y este milagro? —dice papá.

Mamá está junto a él, los dos se me quedan viendo desde las escaleras como si fuera un intruso que usurpa el alma de su hijo flojo.

—Tengo hambre —digo.

—Ya preparo el desayuno y hablamos de lo que te pasa —dice mamá, mientras se apresura a la cocina.

Sabía que era mala idea salir de la cama, ahora me dará una reprimenda moral mientras como una tostada con mermelada de cereza, la favorita de Erika. Ya no tiene sentido desayunar de esta forma cuando no estará presente. Nada será igual.

En un abrir y cerrar de ojos, la taza de café frente a mí desprende un aroma tentador, al igual que las tostadas con esa deliciosa textura dorada y crujiente. Pero no tengo hambre.

—Jong Hyun, ¿dormiste anoche? —pregunta alarmada.

—Sí.

—Hijo, Erika se tiene que ir con su abuela—dice papá—. Debes aceptarlo.

—Ya sé, pero me siento mal, no puedo evitarlo.

—Sí, cariño, pero vas a poder comunicarte con ella—continúa mamá—. A lo mejor podemos viajar a visitarla o puede venir cuando cumpla la mayoría de edad.

—No quiero visitarla, mamá, quiero que se quede.

—Jong Hyun, es difícil hablar contigo cuando no intentas escuchar y ser flexible.

—Papá, ya sé que no hay nada que diga o haga para revertir esto—respondo en un tono irritado, dejando en claro mi descontento—. Es la única chica con la que hablo, ¡no lo entiendes! Erika es mi mejor amiga.

—Vas a conocer a otras chicas.

—Y ella también va a conocer a otros chicos. Cuando decida regresar, tendrá novio, se va a casar, ¡tendrá hijos! ¡Ya no va a ser lo mismo, no va a ser mi amiga, y me voy a perder todo eso!

—Tampoco queremos que se vaya—Mamá intenta calmar mi enfado—. Erika es como una hija para mí, le he tomado mucho cariño. Además, es una copia idéntica a Amelia, tiene la misma forma de hablar, los mismos gestos. A mí también me duele que se vaya, pero tiene derecho a estar con su abuela; se han extrañado mucho, ponte en su lugar.

—Jong Hyun—Suspira, consciente de mi irritación—, tienes que ser fuerte delante de ella, no la hagas sentir mal porque se tiene que ir. Erika no tiene la culpa, tampoco puede decidir por sí sola.

—No puedo. No quiero.

—¿Quieres irte con ella? Puedo hablar con la señora Alfonsina y le doy tu custodia—Sugiere con el semblante serio.

¿Lo dice de verdad? Trago saliva antes de contestar. Trato de buscar las palabras adecuadas, mas la sola propuesta me confunde.

—Es muy fácil librarte de mí, ¿verdad? —Lo enfrento enojado—. ¿No te importa que estemos separados a miles de kilómetros? Soy tu hijo, esta es mi familia. Allá no tengo a nadie.

Deberías darte cuenta (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora