CAPÍTULO 25

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JONG HYUN 

El dolor de cabeza continúa, mis ojos están cansados, aunque no puedo decir lo mismo de mi mente que tiene energía para recordarme lo mismo una y otra vez. Frente al espejo luzco fatal, con ojeras y el rostro fatigado. Me pregunto cómo haré para sobrevivir a esta jornada.

Es el último día de clases, el último día de Erika en Busan. No volveremos a vernos. Al principio haremos videollamadas, pero con el tiempo las dejaremos de lado. No va a recordarme, no va a regresar, y yo tampoco voy a ir hacia ella.

Tengo que decirle lo que siento; que me gusta, que me ha gustado hace años, y que nunca se lo he revelado por miedo a su reacción, por miedo al rechazo. Esto es real, muy real.

Jong Jin se ofrece a llevarnos al colegio; sin embargo, prefiero caminar junto a Erika por última vez, quizás tome valor para confesarme. Sumado a eso, hoy vamos sin mochila, por lo que no existe pretexto de carga adicional.

—Que tengas un buen día, cariño—dice mamá mientras me coloco los zapatos al lado de la puerta—. Cambia esa cara.

—Lo haré—Salgo de casa.

Es una mañana ideal para caminar; invernal y placentera, los rayos de sol son débiles a esta hora. Aun así, salir a la calle tiene su encanto. Y hablando de uno, D'angelo aparece frente a mí con su uniforme impecable.

—¿Jeong, estás bien? —Se acerca para tocar mi rostro—. Tienes los ojos cansados.

—No pude dormir, me duele mucho la cabeza desde ayer. ¿Ya estás lista?

—Sí, espera a que me ponga un abrigo.

Se despide de su abuela y comenzamos a caminar. No sé si estoy triste o molesto, me siento incapaz de comprender lo que me pasa. En cambio Erika luce tranquila. Permanece en silencio, pero muero por saber lo que piensa al respecto de su viaje.

Dentro del tren recaen sobre ella las miradas. No es mi imaginación, es real. Es tan encantadora que ninguna de estas personas podría pasar por alto su belleza.

Coloco el brazo por encima de sus hombros, con el único fin de apoyar mi mentón sobre su cabeza. Es la excusa perfecta para oler su perfume.

¿Quién va a asegurarse de que nadie le haga daño cuando yo no esté cerca? ¿Quién va a protegerla de miradas irrespetuosas o de tipos con malas intenciones?

El vagón se encuentra repleto de gente; no obstante, mi atención se centra solo en ella. Se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en que no la veré en los próximos días. Mi corazón se llena de preguntas, ese futuro incierto será una prueba para nosotros, para nuestra amistad.

Bajamos en la estación, nos queda transitar el último trecho hasta el colegio. A pesar del frío Erika parece inmune, se ha abrigado lo suficiente como para no mencionarlo. Una bufanda cubre su cuello, y estoy casi seguro de que además eligió alguna prenda térmica debajo de la camisa.

Nuestros amigos nos esperan en la puerta del establecimiento como acordamos. El acto final está a punto de comenzar.

—Vamos, D'angelo, no te pierdas —Tomo su mano al dirigirnos hacia el gimnasio.

—Rex, ¿no me vas a dar la mano por si me pierdo? —Se burla Jun Ho.

—Perdón, no me di cuenta—continúa el juego—. Siéntate a mi lado para que no te aburras.

—Basta—Les susurro.

—¿Lo ves? siempre le das la mano y te haces el tonto.

Erika por suerte no los escucha, está hablando con Bo Gum, pero sin soltarme.

Deberías darte cuenta (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora