CAPÍTULO 32

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ERIKA

Casi sin darme cuenta observo por la ventana hacia la casa de en frente, aquella que alguna vez fue de mi familia. Qué rápido pasa el tiempo para el resto del mundo, qué lento y doloroso se mueven las agujas del reloj dentro de mí. Todavía espero que mamá me llame. Aún aguardo un mensaje de papá avisando que llegaron al aeropuerto y que traen mis golosinas favoritas. Quisiera retroceder el tiempo hacia el momento exacto donde me abrazan, escuchar un chiste, un reto, una sugerencia que no pedí. Qué más daría por despertar de esta pesadilla en la que estoy inmersa.

Por la tarde vi a esos pequeños niños sentados en la entrada, mientras su padre regaba el jardín. Es difícil evitar sentir envidia. Tienen toda una vida por delante para ser mimados.

—Erika—Su mano toca mi hombro.

—¿Qué pasa? —Volteo a verlo.

—¿Estás bien? Hace días que miras por la ventana.

—Me acostumbro—sonrío—, pero a veces cuesta.

—¿Quieres hablar conmigo? Hace mucho que no lo hacemos.

—Ya no es como antes. Tampoco quiero que lo sea.

—¿A qué te refieres?

—Tú no me cuentas las cosas, yo no pregunto. Si no te cuento, entonces tampoco te entrometas—Suelto con hastío.

—D'angelo, si hay algo que quieras saber de mí, puedes preguntármelo.

—¿De dónde vienes? Es tarde, y se supone que no debes salir.

—De...la casa de Rex.

Aunque lo disimule, sé que está mintiendo. Him Chan me envió un mensaje hace unos minutos, no mencionó estar con él en ningún momento.

Odio las mentiras, la desconfianza. Puedo entender que trata de ocultarme de dónde viene por una cuestión de respeto, porque Jong Hyun sabe muy bien que no tendrá mi aprobación ante su relato.

Hay una marca en su cuello, un perfume de mujer bastante dulce, y una inocencia perdida. Me refiero a su mirada. Hace tiempo que cambió el brillo de sus ojos por una excusa sin sentido.

Me está rompiendo el corazón. La poca ilusión que me quedaba se evapora segundo a segundo cuando lo miro. No es el chico del que me enamoré. No me gusta lo que hace.

—¿Qué tienes? —Insiste frente a mí.

—Me voy a dormir, Jeong. Estoy cansada.

—¿Estuviste leyendo? —Trata de continuar la conversación.

—Sí.

—¿Y de qué trata el libro?

—De una princesa a la que su padre la obliga a casarse. Ella no puede negarse, solo someterse.

—Ah... qué mal...

Asiento con la cabeza y me meto en la cama. Ya dije que iba a dormirme, pero faltaba ser determinante. Jong Hyun hace lo mismo. Apaga la luz y se acuesta con la ropa que trae puesta.

—¿No vas a ponerte el pijama? —Pregunto.

—Una vez me dijiste que usara la ropa que traía puesta, resultó práctico —ríe.

No recuerdo decirle algo así, pero allá él si quiere quedarse con esa idea.

—¿Por qué su padre quiere casarla? —Indaga cuando todo está en silencio.

—Porque podrá acceder a nuevas tierras.

—¿Y por qué dices que ella solo puede someterse?

—Porque a nadie le importa lo que ella desea. Tendrá que casarse y tener hijos con alguien a quien no quiere. ¿No es eso someterse?

Deberías darte cuenta (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora