CAPÍTULO 14

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JONG HYUN

Erika aún no regresa al colegio. Mis padres explicaron lo sucedido y el director Dong le otorgó un permiso especial para que reciba las tareas a través de un compañero. Para mi pésima suerte, debo prestar el doble de atención, porque no quiero que por mi culpa se atrase en las materias.

Ella no ha vuelto a dirigirme la palabra, su rostro carece de expresión en los últimos días. Sale del dormitorio a comer, en los horarios que corresponde, y luego regresa a la cama. Mamá dice que tenemos que darle tiempo, pero me aterra la idea de no volver a escuchar su voz o de no verla sonreír.

Jong Hwan asume que se encuentra en una especie de estado de shock que con el tiempo desaparecerá. Es horrible. Erika no habla, no se expresa de ninguna manera. Apenas come, y esto último por presión de mi madre. Hasta un médico fue a verla, y su diagnóstico no fue bueno en primera instancia.

A Hyo Ri la trae su padre a clases, me ignora más de la cuenta. Quiero creer que es un mero capricho y no que el señor Han In Won me considera poco confiable para acompañarla.

Hoy salí antes de casa, quise caminar y llegar sin preocupaciones. El salón se encuentra vacío, faltan 15 minutos para el ingreso.

—Hola, mi cielo—dice Mai.

—Hola —Me levanto de mi lugar para abrazarla—. ¿Qué pasa? Llegaste temprano hoy.

—Mamá tenía que hacer algunas cosas y me dejó antes. ¿Tú qué haces aquí solo?

—Salí temprano de casa porque quería pensar.

—¿En qué piensas? Cuéntame.

Mai sabe lo que ocurrió con la familia D'angelo, se mostró consternada por el accidente y me dio el pésame para Erika, pero no he podido decírselo.

Los días pasan y mis problemas son lo único que tengo para contarle. Temo aburrirla, aunque ella es muy comprensiva, siempre me escucha.

—Erika no quiere que estés así de triste—Hace puchero y besa mi mejilla—. Yo tampoco.

—Perdón si te aburro con esto, no te he prestado la atención suficiente en los últimos días.

—No te preocupes, lo entiendo—Me abraza.

Inconscientemente la beso. Con los ojos cerrados disfruto de su proximidad que me envuelve en una calma absoluta. Además, estamos solos en el salón.

De pronto, la puerta se abre, es Hyo Ri. Deja su mochila sobre el pupitre, decidida a salir hacia el pasillo de nuevo. Ella ha creado una especie de muralla cuando hago presencia. Me vuelvo invisible, poco importante, desechable.

—Debo hablar con ella—digo—. Espérame, ya regreso.

—No, mi cielo, no me dejes sola. Por favor.

—Algo rápido.

—Por favor, quédate conmigo—Pide con una dulce vocecita.

—Está bien—sonrío—. Después lo soluciono.

—Me hace bien estar contigo—Me abraza.

—A mí también. Me siento tranquilo cuando estoy a tu lado, me olvido de todos mis problemas.


Estoy solo en casa, me he quedado a hacerle compañía a Erika, aunque a ella no le importa, sigue en el dormitorio

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Estoy solo en casa, me he quedado a hacerle compañía a Erika, aunque a ella no le importa, sigue en el dormitorio. O eso pensaba, porque la puerta se acaba de abrir.

Baja por las escaleras, está usando el pantalón de su pijama y una de mis sudaderas, la ha tomado del armario sin mi permiso. Sonrío como idiota porque cualquier cosa que se ponga la hace ver hermosa.

Estoy sentado en el sofá de la sala, fingiendo mirar la pantalla de mi celular para no incomodarla.

—Perdón por romper tu portarretrato, voy a comprarte uno, si quieres—dice al sentarse a mi lado.

—Lo único que quiero es que estés bien y que ya no me ignores—Acaricio su cabeza.

Por fin puedo escuchar su voz, puedo tocarla.

—Necesito ir a mi casa para llamar a mi abuela. Tengo que saber cómo está.

—¿Te irás con ella?

—¿Y a dónde más podría ir? Mi abu es la única persona que me queda.

—Por favor, no te vayas, nosotros somos tu familia también, tú eres mi amiga.

—Tú ya tienes con quien pasar el tiempo —Bromea—. Déjame ir con mi abuela, tengo que visitar a mis padres.

Le genera interés ver el lugar donde yacen los restos de sus padres. No pudo despedirse de ellos como le hubiese gustado. En un estado tan vulnerable el médico aconsejó que no viajara. Su abuela lo entendió, estuvo al tanto de la salud de su única nieta a través de mis padres.

El problema radica en que no puedo soportar separarme de ella, y se lo estoy suplicando en tanto juego con los dedos de su mano. Dudo que me esté escuchando. Su tranquilidad es tan grande que no me atrevo a sacarla de allí con mi pedido.

—¿Me acompañas? —Insiste.

—Sí, vamos.

Al entrar a su casa solo tomo asiento. Ella marca el número de su abuela. Escucharla hablar español es de las cosas más bonitas, porque acostumbra a reír. La madre del señor Franco es afortunada de obtener una de esas sonrisas después de tanto tiempo sin ser dibujada en su rostro. Es una lástima que no pueda verla.

No vi llorar a Erika tras la trágica noticia. Me enteré un día después, sé que lo hizo, pero de ahí en más su cara inexpresiva no denotó el llanto. Debo admitir que me asustaba verla en esas condiciones, quizás por exageración o porque realmente me aterraba que se hiciera daño con posterioridad. Fue así como me animé a vigilarla de vez en cuando en mi cuarto por las noches, asegurándome que durmiera bien y no deambulara frente a la ventana.

Su partida será un hecho, aunque no estoy listo para eso. Mi ser egoísta se debate todo el tiempo entre tenerla conmigo o dejarla ser feliz sin mí como se merece. Me respondo en la misma interrogación.

Su tono de voz calmado me preocupa, es la primera llamada a Argentina después del accidente.

Analizo sus movimientos, porque las palabras son un enigma por la barrera del idioma, mas sus gestos son inequívocos. Aprieta con fuerza el teléfono al contenerse para no quebrar la voz. Su mano libre juega con el cable del tubo y sus pies hacen un pequeño vaivén en el corto trayecto que dispone.

Asiente y niega con la cabeza, sonríe con pesadez. Su mano deja el cable para estirar los puños de mi buzo y esconderla debajo. Erika jamás le haría pasar un mal momento a su abuela, una persona mayor que acaba de perder a su único hijo. El único consuelo que tiene es que fue allá, en su país. No sería justo que llorara otra vez.

Eso es Erika D'angelo, un ser compresivo que se pone en el lugar del otro antes que en el propio. No le importa qué tanto daño tenga que soportar, lo hará incondicionalmente porque está en sus genes, es algo inherente a ella.

La llamada finaliza. Deja salir un fuerte suspiro al dejar el teléfono.

—Vamos a tu casa, Jeong.

—Vamos a nuestra casa —sonrío—. ¿Te puedo abrazar?

Me corresponde, eso es lo único que importa. Estoy con ella ahora y para siempre.


...

¿Cómo van con estos capítulos recientes?  Espero que la historia sea de su agrado, pese a conocer bastante de ella. 

Estoy muy contenta con los comentarios que dejan y también con lo que dicen por privado. Algunas son mas de audios que de escribir  🤣

El capítulo anterior fue corto, por eso hoy decido publicar otro (y porque lo pidieron mucho) 

Les mando un besote. 

GRACIAS POR TANTO AMOR 💜

Deberías darte cuenta (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora