CAPÍTULO 39

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JONG HYUN

Byul no dijo ni una palabra de lo que hablamos por privado, me lo aseguró. Y aunque Erika no está molesta con ella, le pedí que solo nos viéramos fuera de la escuela y habláramos a través de kakaotalk como es habitual. Los almuerzos volvieron a ser entre nosotros cinco, con el pasar de los días caímos en la cotidianeidad, olvidamos las peleas y acusaciones. Finalmente, aquellas extrañas notas en los casilleros quedaron atrás, eso también fue un alivio.

Algunas cosas cambiaron, por ejemplo, que Erika va y regresa conmigo a la escuela. No la dejo sola, nunca más lo haré. Entendí lo que dijeron Him Chan y Jun Ho, sin contar que el tiempo avanza rápido y su estadía en Busan tiende de un hilo, en un abrir y cerrar de ojos subirá a un avión directo a Argentina o a Europa.

Otro factor importante, que se mantuvo en debate, guardó relación con el contacto físico. Es extraño ser tan cercano a alguien, quizás no lo soy con otras personas; sin embargo, con D'angelo es algo común. De niños ella era así de efusiva, me abrazaba por cualquier cosa y a mí me gustaba la idea. Después Hyo Ri hacía lo mismo, influenciada por esa amistad y confianza. Ahora se acabó, para todos, así que Jun Ho creó un saludo de choque de puños al que Erika accedió. Aun así, conmigo la distancia nunca es un hecho.

Hoy nos avisaron que en el mes de noviembre habrá un campeonato de fútbol. El entrenador asignará un equipo y serán quienes representen a la escuela. Quiero ser parte. Estamos en una práctica habitual con dos grupos conformados al azar, en tanto las chicas miran desde afuera de la cancha. La elección ameritó perder una clase, algo impensado, fue cuestión de tiempo.

—¡Jeong, atento! —grita Seok Do, un compañero.

Nos quedan los últimos minutos de juego y estamos empatados. Min Kyung Woo corre por izquierda, le pasa la pelota a Bo Gum y este a mí. Estoy solo, es mi oportunidad para demostrar de qué estoy hecho. La pelota es guiada por mis pies como una extensión de mi fuerza de voluntad, y con determinación, me acerco al área hasta patear al centro del arco.

—¡Gol! —Grito.

Miro hacia el costado del campus encontrándome con Erika, sus dedos forman un corazón a la distancia. Y me importa poco lo que el resto opine, también lo hago, porque sus ojos cargan una chispa de alegría contagiosa, su sonrisa radiante ilumina mi mundo, el espacio se reduce a nosotros dos. Un momento de a dos. Ella y yo.

El equipo corre en mi dirección a la vez que el silbato suena y el partido finaliza. El entrenador tiene en sus manos una lista, en más de una oportunidad lo vi anotando cosas. Me pregunto si mi rendimiento fue suficiente o debí hacerlo mejor.

—Más tarde les enviaré el listado con los 11 jugadores para el campeonato escolar—dice frente a todos—. Los partidos comienzan la semana que viene, y no pueden bajar su rendimiento académico o quedarán fuera. Vayan a descansar.

Podemos ir a casa, pero estoy ansioso por saber el resultado.

—Ye Jun se lució, corre muy rápido—dice Bo Gum.

—¿Y yo cómo lo hice? —digo.

—Normal.

—¿Cómo que normal? Hice un golazo.

—Sí, Jong Hyun, con una asistencia que fue mía. Pude hacerlo yo, pero dejé que te lucieras con Erika. Vi cómo se hicieron corazoncitos con los dedos. ¡Viva el amor!

—Cállate, ahí viene.

—Jugaron muy bien, los felicito—Sonríe—. Aquí tienen sus botellas de agua.

—Gracias, muero de sed.

—D'angelo, ¿crees que el entrenador me elija?

—Espero que sí, lo hiciste muy bien. Corriste muy rápido, y esquivabas a todos, nadie podía quitarte la pelota, Jeong. ¡Fue increíble!

Deberías darte cuenta (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora