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Entro en mi despacho dando un portazo. No puede ser que Ryan, uno de mis mejores amigos haya hecho algo así. Tengo toda la razón cuando digo que es incapaz de hacer daño a una mosca, porque nunca los he visto ni tan si quiera pelearse en los casi cuatro años que llevan casados. Pero lo que de verdad me molesta es que Kate no me haya dicho nada. Sarah es su mejor amiga y es prácticamente imposible que no esté al corriente de la situación, pero ya tendré tiempo para eso. Tengo que ir a casa de Ryan, ya que está en arresto domiciliario, y que me cuente lo que ha pasado.

Dejo el coche en un parking cercano al domicilio de los Williams y me dirijo hacia él. Cuando llego a la puerta del piso, me encuentro con dos policías.

-Soy su abogado. -digo, enseñándoles mi DNI y ellos comprueban mi nombre en la lista de personas que pueden pasar.

-Pase. -contesta uno de ellos, abriéndome la puerta.

Cierro y veo aparecer a Ryan. Tiene el pelo rubio alborotado y hace como una semana que no se afeita. Lleva un pantalón de chándal gris, una sudadera roja y está descalzo. Es extraño encontrarlo así teniendo en cuenta que siempre va impoluto y vestido con traje y corbata.

Tiene la cara descompuesta y muestra arrepentimiento por sus actos. Jamás lo había visto así. Viene hacia mí en cuanto me ve y me abraza.

-Pero, ¿qué has hecho? ¿Cómo se te ocurre? -le digo apretándolo hacia mí.

-Lo siento, de verdad que lo siento. No quería... -me contesta llorando.

-No te juzgo. Esa no es mi tarea, -le digo, cogiéndole la cara entre las manos- pero tienes que contarme lo que pasó.

-No lo sé, Fran. Fue un accidente, se me fue la olla...

-Escúchame, Ryan. -le digo mientras nos sentamos en el sofá-. No voy a poder librarte de la cárcel, pero si quieres estar el menor tiempo posible ahí metido, tienes que contármelo todo.

-No me acuerdo de mucho, fue muy rápido.

-Vamos, intenta contarme todo lo que puedas.

-A ver, veníamos de cenar de casa de unos amigos y justo cuando yo iba a abrir la puerta del piso, Sarah me dijo que no fuera tan rápido, que tenía que decirme algo, y que después de contármelo yo no tendría ganas de entrar en casa. Se había acostado con George. ¡Con ese jodido engreído de mierda que dice ser el mejor abogado del Estado! Le pregunté una y otra vez que por qué, pero ella solo lloraba y decía que lo sentía. Yo no paraba de pasarme las manos por el pelo y perdí los nervios. Yo no quería, Fran, pero se me fue la mano; le grité por enésima vez, la empujé demasiado fuerte y cayó por las escaleras. Bajé corriendo y no se movía. Llamé a una ambulancia, la llevaron al hospital y activaron el protocolo de malos tratos después de que el médico viera las lesiones y hablara con Sarah. Llamaron a la policía, me detuvieron y les supliqué de rodillas que no quería que me encerraran en una celda, y no sé cómo, pero me hicieron caso, y aquí estoy, muriéndome del asco.

-De verdad que no sé que decirte... ¿George ha montado todo esto?

-Sé que nunca ha sido de tu agrado, pero esto no es culpa de George, Fran. Es solo mía, yo podía haber reaccionado de otra manera, pero no supe, te juro que no quería...

-Vale, a ver, tranquilízate. Intentaré al menos que continúes en arresto domiciliario, y no entre rejas... Joder, Ryan, en qué estabas pensando... -digo, todavía sin creerme que esto esté pasando.

-En salvar mi culo. Y lo hice todo mal... -dice llorando.

-Bueno, todavía tengo que hablar con Kate y que me explique por qué no me ha avisado de esto antes... No te lo tomes a mal, pero si lo hubiera sabido antes habría pedido la defensa de Sarah, sin embargo, Kate se me ha adelantado...

-¿Qué? ¿Kate es la abogada de Sarah? -me interrumpe él-. No puede ser, no podía defenderla otra persona...

-No es tan raro, es su mejor amiga, y una excelente abogada, pero lo dices como si fuera lo peor del mundo.

-Lo es. Si ya tenemos el caso perdido, con Kate, nada de lo que pidas se te concederá. Es realmente buena, Fran. Y seguramente tendrá el apoyo del cabronazo de George...

-Me voy, Ryan. Creo que alguien tiene que darme explicaciones. -le digo, yendo hacia la puerta.

-Pásate esta noche, por favor. Quiero darte una cosa para Sarah.

-Hasta entonces. -cierro la puerta, me despido de los policías y bajo las escaleras hacia mi coche.

Lo que fue y no tuvo que haber sidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora