18

10 0 0
                                    

-Fran, ¿qué cojones estás haciendo? -pregunta ella caminando hacia atrás mientras yo cierro la puerta.
-Creéme si te digo que esto me gusta tan poco como a ti. Pero no me dejas otra opción.
-Fran, ¿qué coño te pasa? ¿De qué va esto? -pregunta ella con la cara que cualquier persona pondría si le estuvieran apuntando con un arma.
-Pasa que te quiero. Y que me has dejado porque tú a mí no.
-Te quiero, Fran. Pero no de la misma forma que tú a mí y no quiero estropear... -no le doy ocasión de acabar la frase.
-¡Tú misma lo estás diciendo! -la interrumpo, a la vez que cargo la pistola.
-Fran, por favor...
-¡Cállate! -le grito, pero no demasiado-. ¿Qué hay de mis por favores, Kate? ¿Cuántas veces he intentado hoy convencerte de que puede salir bien? ¿Cuántas veces me has dicho que no y cuántas te lo he pedido yo por favor? -se queda callada-. ¡¿Cuántas, Kate?!
-Muchas... -responde con un hilo de voz.
-Coge papel y lápiz. -le ordeno.
-¿Para qué? -pregunta ella extrañada.
-Para escribir tu nota de suicidio. -le digo, casi sonriendo.
-Eres un cabrón.
-Coge. Papel. Y lápiz. -digo, mientras le apunto con la pistola.
Kate coge una libreta y un bolígrafo cercanos a donde estamos y se prepara. Mientras, yo saco un silenciador del bolsillo de la chaqueta y lo incorporo a la pistola.
-¿De dónde has sacado eso? -pregunta ella con desprecio.
-Sabes lo que son las armerías, ¿no? -le contesto tranquilamente-. Ahora calla y escribe. -digo, y comienzo a dictarle-. Todo lo que he hecho en la última semana ha sido lo mejor y lo peor de mi vida. Sin embargo, lo malo siempre ha pesado más, y es la razón por la que acabo con todo. -digo, mientras ella escribe-. Hubiera preferido que las cosas sucedieran de otra manera, pero así es como termino. Me gustaría ser lo que era antes, pero ya es tarde para eso. Son muchas cosas las que han causado mi hundimiento, tantas, que me es imposible explicarlas todas. Firmado: Kate.
-¿Por qué, Fran? -pregunta ella, terminando de escribir su nombre.
Ignoro su pregunta, y procedo a hablar.
-Necesito una cosa más. -le digo.
-¿Acaso hay algo que te pueda negar cuando me estás apuntando con una pistola? -pregunta ella en tono irónico.
-Dime que me quieres. -le digo muy serio, apuntándola con mi arma.
Kate duda, pero finalmente responde.
-Te quiero. -dice, como si fuera lo más sincero que dice en su vida. Sin embargo, es la mentira más grande que ha salido por su boca en todo este tiempo.
Me coloco de tal forma que el disparo de en el lado izquierdo de su cabeza, ya que Kate es zurda, y aprieto el gatillo. Coloco la pistola cerca de su mano y la carta dentro del bolsillo de su pantalón. Salgo de su casa, y me quito los guantes.

Entro en mi casa y dejo la segunda pistola que llevaba encima de la barra de la cocina, no porque no quiera guardárla, sino porque voy a tener que volver a utilizarla.
Son casi las 11 de la noche, así que, me tumbo en la cama y decido que voy a pensar hasta que me quede dormido. Creo que no soy consciente de lo que he hecho, es como si a partir del momento en el que me despedí de Ryan, mi cerebro se hubiera apagado y actuado por sí solo. No siento nada, y es la cosa más extraña del mundo. Estoy intentando poner mi mente en orden y asimilar lo que acabo de hacer. Solo sé que he hecho una barbaridad. Soy un monstruo. He acabado con la única mujer a la que he querido de verdad. Con la única a la que nunca pensaba dejar. He quitado de este mundo a la única mujer con la que tenía pensado pasar algo más de una semana...
Sin darme cuenta, empiezo a llorar, a llorar de verdad. Lloro como llora un niño al que se le ha roto su juguete favorito. Soy una bestia. Ojalá no hubiera nacido... Ojalá no me hubiera levantado esta mañana... Ojalá no me hubiera hecho tanto daño...
Sin embargo, he dejado lo mejor para el final, porque Kate, no es la única persona que va a perder la vida.

Lo que fue y no tuvo que haber sidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora