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Entro en mi casa y dejo la chaqueta y el maletín encima de la mesa del salón, pero antes, saco el sobre que me ha dado Ryan y leo una carta que dice así:

"Querida Sarah,

Perdona mi escritura, pero no puedo impedir que mis manos tiemblen. Las paredes de nuestra casa parecen acercarse cada vez más, haciendo que sienta que me aplastan. Hace frío y te echo de menos. Nada duele como que no estés, aunque para ti, estar sin mí, sea el mayor alivio posible. Sé que no existe perdón posible ni nada que pueda hacer para enmendar mi error, y el único fundamento de esta carta es decirte cuánto lo siento una y otra vez.

Muy en el fondo, no culpo a George por nada, el único responsable soy yo, y simplemente, tenía la necesidad de decírtelo e intentar convencerte de que todo fue un error, y que hacerte daño es lo último que siempre he querido. Cuando estabas inmóvil, en el frío suelo, el mundo se me cayó, porque tú eres mi mundo. Te preguntarás cómo se puede hacer daño a una persona que significa tanto para ti, pero no te puedo contestar porque no encuentro la respuesta, a pesar de no hacer más que buscarla.

Tú has pedido el divorcio y yo soy abogado. Te concederé el divorcio, pero no por amor a mi carrera, sino porque cuando quieres a alguien, no puedes negarle nada.

El que tanto siente haberlo hecho todo mal,

Ryan."

La última vez que lloré fue el día que mi madre murió, y pensé que nunca nada me haría sentir así, sin embargo, las palabras de Ryan me demuestran lo contrario. Me lavo la cara y cuando salgo del baño, suena el timbre. Es tarde teniendo en cuenta que se trata de Los Ángeles.

Abro la puerta y me encuentro con la única persona que esperaba que no fuera.

-¿Qué quieres, Kate?

-A ti. -contesta ella lanzándose a mis labios. Un beso sí que era lo último que esperaba.

-Espera, ¿qué ha pasado? -le pregunto apartando la cara.

-Lo siento, lo siento mucho, Fran. -dice ella llorando-. Te has ido, dejándome en el despacho y no paraba de pensar en Sarah, no quiero que me pase lo mismo, no quiero separarme de la persona a la que quiero por una tontería, y lo único que podía hacer era pensar en ti. -aparto mis ojos de los suyos porque soy incapaz de verla llorar. Vuelve a besarme y esta vez no me resisto. Tomo su cara entre mis manos y pego mis labios a los suyos. Cojo a Kate en mis brazos y la llevo hasta la cama. La tumbo en ella, y, mirándola a los ojos, la vuelvo a besar sabiendo que esta noche era lo que tanto tiempo había estado esperando.

Lo que fue y no tuvo que haber sidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora