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El jodido despertador me despierta de golpe. La parte buena es que tengo a Kate durmiendo a mi lado. Ella ni se inmuta ante el sonido de la alarma. Salgo de la cama y me meto en el baño. Cuando salgo, Kate sigue en la cama.
-O te levantas ya o llegamos tarde. -le digo muy serio. Pero no puedo aguantar la risa y suelto una carcajada. Ella ríe también y sale de la cama.
-Tienes razón, tengo que ir a casa a cambiarme. Por cierto, ¿cómo está Ryan?
-Te llevo en el coche. ¿Ryan? Mal, está muy nervioso, pero no por el juicio. Es por ver a Sarah. -le digo, abrochándome los botones de la camisa blanca.
-Ella tampoco está lo que se dice entusiasmada por tener que volver a encontrarse con él. -contesta ella, poniéndose los vaqueros.
-¿Sabes ya quién será el fiscal?
-Derek Grey. -contesta ella.
-Mierda. Ha tenido que ser cosa de George, pero paso de volver a decirle nada, que en el juicio sea lo que tenga que ser. -le digo, poniéndome la americana negra, a juego con el pantalón.
-Bueno, espero que tengamos más suerte con el juez. -contesta ella.
-Reza por que así sea. -le digo, abriendo la puerta para salir de mi casa.

Mi Mercedes está aparcado perfectamente en su plaza correspondiente. Siempre he tenido habilidades para conducir.
-Conduce tú. Tengo que ponerme la corbata. -le digo, pasándole las llaves a Kate.
-Al final sí que vamos a llegar tarde, eh.
-Y todo porque a la señora abogada no le daba la gana de salir de mi cama. -le digo serio, pero bromeando.
-Es que le dejas calentita, García. -me sonríe, arrancando el coche.

Kate deja el coche en doble fila y, rápidamente, salgo de él para ocupar el asiento del conductor, mientras ella va en dirección a su portal.
-¡Te veo ahora! -me dice, abriendo la puerta del portal de su casa.
Entro en mi coche, cierro la puerta, me pongo el cinturón y arranco.

Entro en mi despacho a las 6:30 (tarde, para mí), tras haber dejado un café en la mesa de Kate. No sé cómo, pero habiendo tenido que pasar por su casa, ha llegado antes que yo.
Me quito la americana y la cuelgo en el perchero, situado al lado de la puerta. Voy hacia mi mesa y me siento en la silla. Abro la carpeta del caso de divorcio de mis compañeros de trabajo y empiezo a leer el informe. "Ryan y Sarah Williams. Domicilio: 7th Street, 7C, Los Ángeles. Casi cuatro años casados. Causa de la petición de divorcio: malos tratos por parte del cónyuge masculino (Ryan Williams)..." Cuando leo eso me dan ganas de tacharlo. Fuera quien fuera la persona que escribió este informe, no debía saber muy bien lo que son los accidentes. Y menos todavía lo que es que tu pareja te diga en la cara que se ha tirado a otro. En fin, volviendo al caso, yo sé perfectamente que Ryan no es un maltratador, es más, me atrevo a decir que es la mejor persona que conozco y el mayor defensor de las mujeres. Así que, no, me niego a aceptar lo que pone ahí, pero no puedo hacer nada al respecto. Ryan es el único amigo de verdad que tengo. Y no puedo hacer nada para evitar que lo encierren, aunque sea en su casa. Nunca ha habido nada que me frustre tanto como no poder hacer nada ante una situación. No puedo hacer nada, solo esperar, y siempre he odiado esperar. Me estresa y hace que me coma la cabeza. Precisamente, de tanto pensar, apenas me doy cuenta de que son las nueve menos cuarto y que ayer le dije a Ryan que estaría en su casa sobre las nueve. Hoy no es mi día. Meto la carpeta y toda la información sobre el caso en el maletín, me pongo la americana y abro la puerta. En ese momento, también Kate sale de su despacho. Parece que ha estado esperando a que salga para decirme algo.
-Fran, te invito a comer a casa. Me gustaría que me ayudases con el caso de los Johnson. -dice ella más seria de lo que esperaba.
Hago un gesto de confusión, pero finalmente, hablo.
-Estaré allí a la una. -le contesto mientras cierro la puerta y me voy.

Lo que fue y no tuvo que haber sidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora