Pequeños fragmentos
Cameron Thompson.
Ver como Hela volvía a sufrir por un amor del pasado me dolía. Me dolía porque no podía hacer nada más que consolarla, él siempre le va a afectar pero así también yo voy a estar con ella todas las veces que sea necesarios para consolarla.
Observo como poco a poco los ojos de Hela se van cerrando, la acomodo mejor en la cama, le quito sus zapatos y me recuesto por la cabezada de mi cama.
Nunca pensé que iba a hacer algo por los demás, siempre me excuse de alguna manera cuando se trataba de tener una relación con alguien más. Hela. Hela era diferente en ese aspecto porque con ella no tuve la necesidad de reprimir lo que sentía, yo le busca una y otra vez. En el instituto, en su casa, en los descansos de medio tiempo, era ella quien se llevaba todo mi tiempo y atención.
—Cam...por favor no — murmuro en medio de su sueño.
Mi mano se va en su cabeza y empiezo a rascar de forma pausada la misma. Sus facciones se van relajando de nuevo.
—Eres mi mayor logro y lo único que quiero es que te quedes conmigo todo el tiempo que quieras — le hablo aún sabiendo que está dormida y no me puede escuchar —. Desearía darte un poco más, desearía no lastimarte nunca.
Me levanto con cuidado de la cama y prendo mi ordenador, me coloco mis auriculares y empiezo algunas de las partidas de un juego que salió recién.
Las horas empiezan a correr, rápidamente llegan las 2:30 a.m. Miro a Hela antes de salir de la habitación, sigue durmiendo tranquilamente así que me voy en la primera planta.
Desde la sala puedo ver cómo Finn está acostado en esa cama improvisada que pusimos para él. No puede usar su habitación porque el recorrido de las escaleras va a ser muy pesado para las heridas que aún conserva en su abdomen. Agarro de una de las botellas de agua que hay en la heladera y me dispongo de nuevo a irme en mi cuarto.
Pero algo me ataja. Observo a Finn de nuevo y me dirijo al sofá de la sala de estar. Parece un niño pequeño que deseo proteger de todo mal.
—Lo único que pensaba cuando estábamos en el hospital era que no me iba a perdonar que nunca te haya agradecido como se debe por no abandonarme, por seguir a mi lado cuando todo en mi mundo era oscuro, cuando yo estaba hecho un lío, yo estaba listo para irme de este mundo cuando mi mamá se fue de mi lado —suspiro mientras recuerdo esos días —, pero no me quería ir y dejarte solo. No quería que me odiaras por ser un cobarde.
Me cuesta decir esto por más que él esté dormido porque fue el punto más bajo donde estuve, todo lo que pasaba por mi mente era que yo también quería morir y las veces que me imaginaba cómo quitarme la vida por día eran incontables. Cada que intentaba algo en mi contra lo único que me impedía era una imagen de Finn llorándome, pidiendo a gritos una explicación del porqué.
La respiración acelerada de Finn me vuelve a la tierra, está sudando frío y por más que le intento despertar él no me responde.
—¡Finn! —intento llamarlo.
Su grito es desgarrador, sea lo que sea que esté soñando o sintiendo le duele. Me aprieta la mano fuertemente mientras vuelve a soltar un grito de dolor, su cuerpo estaba tenso y yo intentaba levantarlo de alguna manera.
— Cam... —me reconoce y enseguida se tira a mis brazos.
—Solo fue una pesadilla.
—Me duele la cabeza —susurra luego de un rato en silencio.
Yo me voy a la cocina y traigo dos de los remedios que le receto el médico en caso de dolor de cabeza o punzadas frecuentes. Él agarra con sus manos temblorosas y las traga de golpe sin necesidad de tomar agua.

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Heron [+18]
Teen FictionLa atracción sexual entre ambos es palpable, ¿Pero será eso suficiente?