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-Pero papá, por favor, están todos nuestros amigos, no nos podemos ir- mi hermana Sara estaba muy enfadada con mi padre, ya que no quería mudarse de casa.

-Papá, entra en razón, tenemos aquí nuestra vida-dije. Pero creo que no le convenció.

-No hay nada que hablar, mañana nos iremos, asique despediros de vuestros amigos, con algo de suerte podreis verles en verano- dijo mi padre.

Asique nada, aquí estoy llorando porque no veré más a ninguna de mis amigas.

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Está mañana no estaba de humor. Me puse una blusa azul claro con unos pantalones negros ajustados y un collar blanco. Me maquillé lo necesario ya que estaría en un avión y no me iba a ver nadie importante.

-Patricia, ¿qué tal estoy?- me dijo mi hermana gemela.

-Bien, pero te has arreglado demasiado, te recuerdo que vamos a estar en un avión- dije.

-Ya, pero nunca se sabe cuando puede aparecer un chico guapo- dijo ella.

Es demasiado presumida para mi gusto. Liga demasiado, cosa que yo no entiendo porque soy igual que ella y yo no ligo tanto. Será porque no me hecho kilos de maquillaje, se que es mi hermana y está mal decir esto pero a veces se viste como una gran perra.

Recogimos todo y nos fuimos al aeropuerto. Mi padre fue a facturar las maletas y mi hermana y yo nos fuimos a una tienda a comprar algo de comida.

-Hola, qué guapas sois¿cómo os llamais?- dijo un chico que estaba al lado mio.

-Yo soy Sara y ella es mi hermana Patricia- dijo Sara.

-Hola- dije. Ese chico era guapo pero no me atraía asique le deje con mi hermana y me fui a comprar algo en la tienda de al lado. Decidí comprarme unos chicles y fue cuando lo vi, un estupendo pintalabios fucsia que me estaba llamando. Fui a comprarmelo cuando de repente me choco con alguien.

-Perdón, no miraba por donde iba- dijo el chico disculpandose.

-No, ha sido culpa mia- dije.

-¿A donde ibas tan rápido?-dijo el chico.

- Iba a comprar un pintalabios- dije.

-Te acompaño si yo estaba pasando aquí el rato hasta que llamen a mi vuelo- dijo.

Yo acepté con la cabeza y empezamos a caminar hacia la tienda.

-¿Y cómo te llamas?- dijo el chico.

-Patricia, ¿y tú?- dije.

-Rubén-

-Bonito nombre-

- Tu nombre si que es bonito-

Compré el pintalabios y justo llamaron a mi vuelo.

-Me tengo que ir este es mi vuelo- dije.

-También es el mio, que casualidad- dijo- ¿Vas hacia Argentina?

- Sí, supongo que tú también, puede que nos veamos alguna vez- dije. Me caía bien ese chico, era muy majo.

-Claro, ¿me das tu número?- dijo Rubén.

Se lo di y él me dio el suyo. Nos despedimos y me reuní con mi padre. De camino me encontré a mi hermana besando al chico de antes.

-Hola, siento interrumpir pero nos tenemos que ir, ya han llamado al vuelo- dije.

Me miraron con mala cara los dos. Se despidieron, se dieron los números de teléfono y se dieron el último beso.

Nos montamos en el avión y como siempre a mi hermana le entró el panico. Era una de las que piensan que en cualquier momento pueden morir por un fallo del motor y cosas así. Pero esta vez, se calmó pronto y las 10 horas se me pasaron muy rápido.

-Llegamos, por fin- fue lo primero que dije nada más bajar del avión.

Estaba agotada. Fuimos a la casa que había comprado mi padre para nuestra estancia allí. Más que una casa parecía una mansión.

Lo primero que hicimos fue instalarnos y después mi padre nos dio dinero a mi hermana y a mi para que mañana fueramos a comprar ropa para ir a nuestro nuevo instituto. Empezariamos el lunes y esa idea me espantaba.

Loca por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora