XXIX

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Día del juicio.

Me vestí y le preparé a Dani unas tostadas y una tortilla.

-Ey, preciosa.¿Qué tal has dormido?- me preguntó desde la cama.

-Muy bien- le besé- toma- le tendí el desayuno- espero que te guste.

-Si lo has hecho tú, seguro que sí me gusta-

Cuando terminamos de desayunar Dani empezó a hablar, y como siempre, con la boca llena.

-Princesa, hoy es el día del juicio,¿estas preparada?-

-Eso creo. Me voy a vestir-

Me levanté y me puse un vestido ajustado con una americana.

El típico look de una abogada.

Dani ya estaba listo, así que nos montamos en el coche y fuimos hasta los juzgados.

Era un edificio enorme.

En la puerta estaba mi hermana con un chico.

-Hola- dije.

-Hola, este es mi novio, Erik- dijo mi hermana.

-Hola, Erik-

-Hola- contestó él.

-Este es Dani, mi novio- le presenté a mi hermana a Dani- y Dani, ella es mi hermana, Sara.

-Encantado- dijo educadamente Dani.

-Igualmente- contestó mi hermana-¿Entramos?

-Claro- terminé de decir yo.

Entramos y fuimos a la sala donde se haría nuestro juicio.

Al parecer, habíamos llegado demasiado pronto.

Tuvimos que rellenar unos cuantos papeles.

-Gracias por vuestra colaboración, señoritas. Podéis iros a tomar algo y volver dentro de una hora.

Fuimos a dar una vuelta los cuatro.

Erik era muy majo, mi hermana se merecía a un chico como él.

Nos tomamos otro café en una cafetería cerca de allí, mientras hablábamos de todo.

Mi hermana me contaba como conoció a Erik y lo que había hecho desde que me había ido.

Hacia bastantes días que no la veía, pero todas las cosas que me decía las había hecho en muy poco tiempo.

Desde luego, mirabas ahora a mi hermana y no la reconocerías.

Estaba muy cambiada desde la primera vez que pisamos esta ciudad.

Ahora era como más adulta y valoraba más las cosas.

Volvimos al juicio y nos encontramos a mi padre.

Tenia un ojo morado, debe ser del golpe que le dio Dani.

Se sentó en un lado y nosotras en el otro.

-Damos comienzo a este juicio- dijo el juez.

Después de estar haciéndonos preguntas.

El juez preguntaba a mi padre, y así durante tres horas.

El juez nos decía que le contaramos todo lo que supuestamente nos hacia mi padre y él lo negaba rotundamente.

Pero nosotras teníamos señales de algunas veces cuando nos hacia cosas.

-Señorita Patricia, suba al estrado, por favor-

Hice caso y subí.

-Jura decir la verdad y nada más que la verdad-

-Lo juro-

Se levantó el abogado de mi padre y empezó a hablar.

-Bien, según usted, su padre la maltrataba,¿pero tiene pruebas de eso?-

-Mmm... Yo...- no sabia si enseñar mis cicatrices.

-Ve, señoría, no se puede acusar a mi cliente cuando no hay pruebas-

-En realidad- interrumpí- tengo unas cuentas cicatrices que si usted quiere le podría enseñar-

Le enseñé las cicatrices y como buen abogado, siguió negando que mi padre nos maltratase.

-Eso, se lo pudo hacer ella misma o se lo pudo hacer en algún sitio y le hecha la culpa a su padre-

La gente empezaba a cuchichear.

-Silencio- dijo el juez dando un golpe con el martillo.

Tras hablar mi hermana y mi padre, el juez volvió a hablar.

-He estado pensando y he decidido creer a...-

Loca por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora