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                      Llámame señor



La luz se filtraba por mi ventana cortinada y yo estaba en una especie de trance ancestral.

No había dormido nada, tuve pesadillas toda la noche... recordando, tantas cosas, joder.

El miedo volvió a invernar en mi y la ansiedad me estaba comiendo el alma.

Tuve que tomar una pastilla para dormirme en la madrugada sin soñar, solo eso quería, descansar, sin porquerías que arremetieran con mi mente.

Salí del trance cuando el timbre de mi casa sonó.

Salí corriendo recordando que a las 8 ese chico traería a mi hermano y estaba ansiosa, oh sí, muy ansiosa por regañar al malnacido por haberse emborrachado.

Me di un pequeño repaso antes de abrirles la puerta. Estaba con chores blancos con rosa y un camisón blanco que me llegaba más abajo de los chores.

Amaba andar en camisón, me hacia sentir segura y cómoda de alguna forma, era mi piyama  favorita.

Abrí la puerta encontrándome con la cara del que era mi hermano, un perfecto mentiroso al decir que dejaría el alcohol.

— Hey.—  saludó con una sonrisa que mostraba amargura y tristeza.— ¿Como estás em?

Lo fulmine con los ojos ante su pregunta.—  Solo pasa, idiota.— le abrí espacio para que pudiera pasar.

Ya tendría tiempo para regañarle, tenia una jodida suerte de que mamá decidió tomar el turno de la mañana hoy, domingo. Creo que estaba estresada con el retraso de la llegada de mi hermanito.

En la acera estaba ese chico que me ayudo ayer, estaba dispuesta a entrar en la casa hasta que vi que empezó a acercarse. Lo que faltaba.

Mientras lo esperaba nada ansiosa en la puerta lo repare con la mirada. Tenia unos jeans azules oscuros y una camisa blanca de botones que dejaba desabrochados los dos primeros, el cabello estaba recogido en una coleta hacia atrás que solo lo hacia lucir mejor, tenia un aspecto más reservado que el de ayer, obviamente, ayer estaba en un club muy desordenado- pensé.

Una vez llegó a donde yo estaba pude darme cuenta de la diferencia en cuanto a la altura, tenia que inclinar la cabeza para verle a los ojos, con tanto ajetreo ayer no me fijé en eso.

— Hola princesita.— sonrió coqueto.— Ahí está tu hermano en una pieza, lo prometido es deuda- Hablaba con supremacía de alguna manera.

 tenia un aire de soy superior, te daba esa ilusión

— Muchas graci.— me cortó con su mano como lo hizo ayer.

— No necesito gracias, princesita, ya sabes que me debes algo.—  atacó recordándome lo acordado sin borrar la sonrisa que me comenzaba a poner nerviosa.— Eso es más que suficiente.

Su sonrisa era perfecta, pero tenia ese no sé qué, que me hacia querer tirarle un balde de agua fría y bajarle los humos.

— Claro.— dije sin mostrar interés.— ¿Al menos puedo saber tu nombre?

— ¿Para que quieres saber mi nombre, princesita?.— su sonrisa bajó, pero fue remplazada por una mirada penetrante, justo como la de ayer.

— No pienso salir con alguien al que ni siquiera conozco su nombre.— declaré obvia ante su pregunta.

El se quedo varios segundos en silencio como si pensara muy detenidamente algo, todo esto mientras su mirada seguía fija en mi.

No sé como es que le estaba manteniendo la mirada, normalmente eso me incómoda mucho, pero algo en sus ojos me atraía demasiado.

Llámame Señor- ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora