Mi pequeño rayo de luz.
Pov Alexandra.
Un día antes...
El olor a café y pan era extraordinario aquí. Todo era recién hecho, ordenado y limpio, uno de mis lugares favoritos.
Ojalá pudiese estar con mi persona favorita.
Sentada en mi mesa para dos esperaba pacientemente a mi compañía. Las demás mesas tenían una que otra persona, parejas, niños y ancianos.
Repiqueteaba mis dedos ansiosamente sobre la mesa. No me estaba sintiendo yo misma, tuve que vestirme más ''decente'' para la ocasión.
Luci tuvo que prestarme sus prendas para no quedar en ridículo, aunque por más que lo intentara, eso iba a pasar.
A ella le hacia tanta ilusión todo, es como un pequeño rayo de luz en mi asquerosa vida. Cuando la conocí jamás pensé llegar a este punto en mi vida y relación.
Me avergüenzo de como... era yo antes.
Pero ella no me miró con asco ni miedo, no corrió ni se alejó. Aún recuerdo sus palabras el día que me encontraba al borde de la intoxicación.
-Si a nadie le importa si vives o no, como me estás contando. ¿Por que les das el gusto?- Me observo curiosa en cuclillas frente a mi.- Me ayudaste con el imbécil de mi ex novio, tienes los ovarios bien puestos, eres la única capaz de destruirte ahora.
Con el porro entre mis dedos y el vodka en mi otra mano esbocé una tranquila sonrisa en medio de mi mareo.
-Tal vez ya no me necesito.
-Claro que sí.
-Que no.
-Que sí.
-¿Cual es tu problema?- Comencé a irritarme.
Ella también se comenzó a irritar pero me pareció demasiado dulce, nunca se molestaba, solo conmigo y aún así seguía de terca hasta hacerme cambiar de opinión.
No sé porque la dejo opinar, ni el porque ella se queda. La dejo saber de mi vida cuando ni mis padres me conocen así de bien. Siento esta necesidad de que esté a mi lado y cuando lo está, es como si el tiempo se parara y solo fuéramos ella y yo.
-Mi problema es que esta asquerosa botella con ese porro va a terminar por matarte.
Hizo el intento de quitarme la botella pero hábilmente la alejé de su alcance.
-Ese sería mi problema.
-Pues no.- Respondió testaruda intentando quitarme ahora el porro.
Que igualmente lo alejé.
-¿Por que te importa lo que me pase?
-Por que me importas tu.- Respondido totalmente sincera, como si fuera de lo más obvio.
¿Oyeron eso? Sí, ese es mi mundo de mierda cayéndose en pedazos, como el amanecer al entrar una pequeña luz.
Eso era ella, mi luz.
Jamás nadie había dicho que yo le importaba, ni mis exs, ni mi propia familia. Siempre he sido la mierda mala que no merece amor.
La hija de puta que nadie ama. La renegada y extraña.
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Llámame Señor- ©
Teen Fiction¡Hey, soy Emma! Te voy a contar una historia, un relato, un cuento basado en hechos reales. Donde me di cuenta que a veces no conoces nunca a las personas completamente. Donde el amor no todo lo puede. Que los clichés pueden ser un poco retorcidos. ...