Felicitaciones Einstein.
Y ahí estaba yo, en cuestión de segundos, convulsionando con mi propia risa.
Tuve que agarrarme el estomago fuertemente porque sentía que mi risa estaba combinada por varios aspectos. Un nerviosismo, una ridiculez y por ultimo una gran sensación de que la estaba cagando.
Mi risa prontamente se hizo lo único que sonaba por toda la habitación.
-¿Que se supone que te da risa?- Me preguntó con una ceja enarcada, claramente molesto.
Yo empece a calmarme para lograr articular palabra pero solo lograba decir silabas sin sentido que eran cortadas por mi risa.
-Lla.lla.- Estallé de nuevo en carcajadas.- Ma.ma...
Y volví a carcajear con todas mis ganas.
En ello, el lucio lo suficiente frustrado y obstinado de mi convulsión de carcajadas, por lo cual se hizo a un lado separándose considerablemente de mi.
-Olvídalo.- Se dio la vuelta y como niño pequeño se acostó dándome la espalda.
Entonces volví a intentar calmarme esta vez lograndolo mucho más. Mi respiración se hizo pesada pero muy diferente a la de hace unos minutos.
¿Porque me daba risa? No, ¿Por qué convulsioné riéndome?
No lo sé.
Ah, pues, gracias consciencia. Eres de gran ayuda.
De nada.
Mierda, ¿que hice?
Creo que no me dio mucha gracia su comentario, simplemente exploté mis nervios acumulados encontrando lo más mínimo divertido en lo que dijo, saciando mi ansiedad ahí.
De pronto me dí cuenta de lo que hice, y de lo que había estado a punto de hacer.
-Oye.- Lo llamé un poco incomoda, pero el seguía dándome la espalda.- Hey- Comencé a moverle del brazo.
Y sin respuesta aún, volví a moverlo un poco más fuerte del brazo consiguiendo que el me lanzara una almohada en la cara.
-¡Hey! ¿Que te pasa?- Me quejé de su repentino almohadazo.
Pero el no respondió, así que tomé la delantera tomando una almohada y estrellándola contra su espalda.
Ahí sí se volteo y me observó con los ojos entrecerrados, en los cuales reflejaba resentimiento. Me dio miedo por un segundo que me echara de su casa o algo así.
Pero no fue así. En un veloz movimiento volvió a agarrar la almohada que le lancé, ahora atentandola contra mi.
Y así fue como se formó la pelea de almohadas más extraña en la que he estado en toda mi vida.
Hace 2 minutos estábamos comiéndonos la boca y ahora, estamos teniendo una pelea de almohadas como si fuéramos niños de preescolar en una piyamada.
De no haber sido por mi explosión de carcajadas, estaríamos haciendo una que otras cosas muy diferentes...
-¡Auch!- Chillé cuando uno de sus lanzamientos me dio en el ojo.- ¡Ten cuidado!
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Llámame Señor- ©
Teen Fiction¡Hey, soy Emma! Te voy a contar una historia, un relato, un cuento basado en hechos reales. Donde me di cuenta que a veces no conoces nunca a las personas completamente. Donde el amor no todo lo puede. Que los clichés pueden ser un poco retorcidos. ...