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                                                           !Cuidado con el rubio!




¿Hay algo parecido a la sensación de dormir como si el mundo no importara? 

Sientes como si estuvieras en una nube de azúcar rosa, con chispas de colores. Un viento abrasador y cálido, y la nube tan suave como un colchón inflable.

Pues, dormir sin duda era el mayor placer que le pudieron dar al ser humano.

Lastima que no podamos dormir para siempre.

—¿Estás segura que no está muerta?— preguntó la voz de alguien que se asomaba en mi sueño.— Si lo está me puedo quedar a hacerte compañía, cariño.

Su voz era aguda y entre lo dormida-despierta que estaba pude notar un tono de burla en su tono.

—Alex, no digas esas cosas.—reprendió lo que parecía ser otra voz, por lo que comencé a sobarme los ojos.— Oh, oh. Mira, se está despertando.

Al abrir los ojos vi a dos chicas frente a mi cama... Espera ¿Que?

Vi al rededor y mi cerebro adormilado recordó.

Estoy en mi cuarto de universidad. Apenas llegué y toqué la cama fue como si un switch en mi cerebro se fuera apagado y caído en un profundo sueño.

—Mmm.— se removió algo incomoda la chica que se veía más bajita.—¿Eres mi nueva roomie, cierto?—preguntó.

Era más bajita que la otra chica que estaba ahí. Tenia el pelo castaño rozando lo rojizo, unos ojos avellana que irradiaban confusión y ¿nerviosismo? Era blanquizal y parecía débil como la porcelana, te daba un aire que si la tocabas se rompía.

Se veía realmente tierna. Te daban ganas de agarrarla y apretarle los cachetes, meterla en una cajita de cristal y guardarla ahí para siempre protegiéndola del mundo.

—Sí.—aseguré.—Disculpa, me quedé totalmente dormida. Me llamo Emma... ¿tu eres...—dejé en aire la pregunta.

—Oh, tranquila.— sonrió de manera genuina.—Mi nombre es Lucia, pero me puedes llamar Luci.— respondió.— Ella es Alexandra, mi novia.— agregó aún con esa sonrisa de lado a lado.

La chica que estaba a su lado, quien parece se llama Alexandra y es su novia era un poco más alta que ella.

Lucían completamente diferentes.

¿Saben lo que es el Yin y el Yang? Pues bien, así lucían ellas dos.

Era alta y lo único que compartían en parecido era la tez.

Tenia el pelo corto hasta más arriba de los hombros color negro azabache y con un mechón color morado. Llevaba un poco de maquillaje que la hacia lucir sombría e intimidante ¿Eso era posible? Llevaba una ropa negra con algunas decoraciones sin relevancia al azar. 

Todo de ella te decía ''Aléjate o te clavo un tenedor en el ojo'' Y lo peor, era que eso la hacia muy bonita. Una hermosura extraña.

Era extraño ver que ellas dos fueran novias, ahora más que nunca valía el dicho ''Los opuestos se atraen'' Al menos, físicamente.

—Un gusto.— imité la sonrisa de Lucia saludando a Alexandra.

—No lo hay.— soltó abruptamente, como si estuviera obstinada de mi presencia. Entonces Lucia, esa pequeñita le lanzó una mirada que supongo ella quería que se viera espeluznante a Alexandra.— Por supuesto.— corrigió con una falsa sonrisa.

Llámame Señor- ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora