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                                2/2          Está bien no estar bien



-¿Estas loco no?

-Podría estarlo.- Lo meditó por un segundo.- Pero en estos momentos te conviene.

Lo miré incrédula. ¿En serio se creía que iba a dormir en su apartamento?

-Puedes llevarte a Noah, no tengo que quedarme ahí.- Le recordé.

-No pienso limpiar su vomito.

Observó a Noah por unos segundos con una cara de asco, la verdad, Noah se veía asqueroso en ese estado.

Me formulé la opción de llevarlo a un hotel, pero era muy tarde y probablemente no me dejaran entrar con un hombre borracho, inconsciente y lleno de mugre.

¡Porque todo tenia que ser tan jodido ahora!

-¿No puedes llevarlo hasta su piso y que se quede ahí?- Pregunté irritada por todo la situación.

El se quedó pensándolo y por un momento mis ojos se llenaron de esperanza a que dijera que sí.

-Lo siento.- Me dio una sonrisa de boca cerrada.- Pero ya me debería ir, tengo trabajo que hacer en mi departamento, así que si no aceptas la ayuda...

Se dio la media vuelta para poder irse pero volví a agarrarlo del brazo.

Dios, era super obvio que no era por eso, haría lo que sea por que le dijera que sí. A mi hermano le iba a dar una neumonia y este no ponía de su parte.

Resoplé frustrada, mierda.

Mil veces me dije a mi misma que no iría a su departamento. Hasta me planteé la idea de que solo le daría un beso como mucho.

Pero... no tiene que pasar nada hoy ¿Cierto? 

-Bien, está bien.- Suspiré pesadamente.- Nos quedaremos en tu departamento.

El sonrió victorioso y como a un niño que le acaban de dar un dulce, agarro a Noah con el menor de los esfuerzos y lo metió en la camioneta negra que tenia aparcada a unos cuantos metros.

Metimos mi moto en la parte de atrás de la camioneta, que era bastante grande, ahí podrían caber algunos muebles. ¿Para que necesitaba una camioneta tan grande?

No lo pensé mucho porque oí el motor ponerse en marcha y me apresuré a subirme al asiento del copiloto.

El viaje se hizo silencioso, la tensión era inmensa y en sí no reconocía de que lado venia la tensión.

Podría ser por Noah. Por el miedo que me estaba recorriendo cada que miraba el retrovisor y lo veía tirado en el asiento trasero, inconsciente, borracho y golpeado.

Apreté mis manos en mis pantalones, que, por cierto, eran de piyama. Todo pasó tan rápido que no tuve ni tiempo de cambiarme. Llevaba unos pantalones holgados grises bastante cómodos y una camiseta blanca de tirantes.

La verdad, ya me estaba empezando a dar frió, así que sobé mis brazos y los apreté suspirando e intentando calmarme. Diablos, justo hoy no uso mis camisas holgadas o suéteres gigantes y tenia que pasar esto.

A los pocos segundos de haber hecho esta acción el carro se detuvo lentamente.

-¿Por que pa...

-Toma esto.- Me cortó.

En un instante se quitó el suéter negro que llevaba y me lo paso por el cuello, yo estaba perpleja pero logré corresponder la acción por la simple razón de que el frió me estaba matando.

Llámame Señor- ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora