Aquellas verdades

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En la sala de entrenamiento se encontraban James y Cordelia, cada uno entrenando por su cuenta. James lanzaba cuchillos, mientras Cordelia se encontraba danzando con su espada en las vigas del recinto, ya agobiado después de una hora estando, entrenando sin descanso, James se preguntaba cómo era posible que Cordelia siguiera aún entrenando, parecía perdida en sus pensamientos, pero tenia todo el derecho de estarlo. Sin pensarlo mucho la llamó, ella reaccionó rápidamente, bajo sigilosa y elegantemente como un felino.

- ¿Cómo van las pruebas del vestido? - preguntó James. Cordelia lo miró asombrada de su pregunta fuera de cualquier contexto en este momento.

- Ah, bueno Magnus y Anna se ocupan de eso- dijo sin mayor emoción. James recordó las circunstancias de aquella unión.

- Pero, Daisy tu lo usarás. Debes tener una opinión sobre eso-dijo tratando de dar vuelta el asunto

- Bueno, ya sabes... Es dorado y con runas- dijo levantando sus hombros. Ella no quería hablar sobre el tema, se encontraba confundida con sus sentimientos. Ella amaba a James, pero sabía que la dejaría por Grace. Y ella nunca más volvería a casarse o incluso a amar de aquella manera.

- Lo sé, sólo pienso que deberías usar algo que te guste y acomode ese día. Será un día especial, después de todo- dijo acercándose a ella con cautela. - Aunque estoy seguro de que Anna y Magnus te harán ver hermosa, siempre lo eres para mi...- hizo una pausa, ya estaban muy cerca, él le rozaba las manos, tan delicadas, pero a la vez fuertes- Mi preciada Daisy.

- James... yo también te aprecio, pero...- ella vaciló- no es lo mismo. -perdiéndose en la mirada de sus manos entrelazadas, siento que la otra se acercaba a su cuello, y con una caricia con suave presión, cortó sus palabras con la unión de sus labios.

Luego de unos segundos disfrutando su calidez, se separaron para mirarse a los ojos, ninguno de los dos era capaz de descifrar, lo que estaba pasando en el otro. Casi por magnetismo se unieron otra vez, una y contra vez sus bocas pasaron a ser uno. James la apretó contra su cuerpo sintiendo sus curvas, en cada centímetro de su cuerpo, recordó aquella noche en la pieza del Instituto. Ya quisiera estar ahí otra vez, porque ahora sabía que la amaba, con toda su alma, ella tenía que ser sólo para él. Debía decírselo, lo del brazalete, el descubrimiento de Matthew, pero la urgencia de sus besos lo estaba matando.

- Daisy, Daisy... para- dijo él con la voz entrecortada- tengo que hablarte de algo. Un descubrimiento, no tenía idea...Yo me siento terrible. - Cordelia lo miró con inquietud.

- James, creo que sé de lo que estas hablando- dijo ella apenada- Matt...

- ¿Matthew te lo dijo? - dijo asombrado.

- No ha sido necesario, pero no me siento segura de mis sentimientos

- Pero, Cordelia todo irá bien ahora, es decir, siempre y cuando tú lo desees al igual que yo.

- Pero por supuesto que quiero eso, pero no quiero que nadie salga herido.

- Nadie lo hará, porque estaremos juntos.

- Supongo que será así, Lucie será mi parabatai después de todo. - James la miró de manera extraña. No entendiendo que estaba sucediendo.

- Cordelia Cairtairs, yo estoy completa e irrevocablemente enamorado de ti- él se hincó en una pierna mientras soltó aquella frase, sin mayor explicación. Se dio cuenta que no estaban solos. Si no que Kit, Tom, Matt y Lucie se encontraban pasmados viendo aquella escena. 

Cordelia y JamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora