Primer parte.

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{16 de Julio de 2018, 23 años de edad} 

Paredes blancas, estoy harta de ver las mismas cuatro paredes blancas todos los días, en los últimos cinco años, se siente como morir en vida.

- Recuerdo cuando mi madre, Marta, me contaba de como mi padre había muerto cuando yo apenas tenia un mes de haber nacido, eso la dejo en quiebra, mi padre era el sostén de mi pequeña familia conformada por una hermana y un hermano mayor, yo, mi madre y mi padre.

Cuando el murió, dejo sin nada a mi madre, según lo que ella alguna vez me conto, el murió por un infarto, dijo que había sido tan repentino y que nadie se lo esperaba. No dolió cuando me dijo acerca de la muerte de mi padre, pues ¿Cómo iba a dolerme la muerte de alguien que jamás conocí?

Al parecer tras la muerte de mi padre empezó el calvario de mi familia por casi cinco años, apenas y teníamos comida para el día y así fue hasta que un día llego a nuestras vidas una persona a la que mi familia llamo "nuestro salvador".

Aunque con la diferencia de que a mí no me salvo en ningún momento de mi vida, jamás hizo algo bueno por mí, no me salvo, al contrario, a mí me destruyo, me corrompió e incluso me hizo desear la muerte en ocasiones.

Cuando apenas yo cumplía cinco años de edad mi querida madre volvió a encontrar el amor, un año exacto después nos fuimos a vivir a la casa del que sería mi ''padrastro''.

A los meses de irnos a vivir con él, mi madre resulto embarazada, así que si, ahora tendría un hermanito.

Nunca me disgusto vivir en su casa, yo realmente la sentía como mi hogar.

Recuerdo que tenía un vecino el cual solo era un año mayor que yo y vivía justo al frente de mi nueva casa, todas las tardes salía a jugar con él, el me hacía sentir bien, fue lo único bueno o más bien fue la única buena persona que llego a mi vida durante mucho tiempo.

Cuatro años viviendo con mi padrastro, Rodrigo, no fue tan malo vivir en ese lugar los primeros cuatro años de hecho me gusto, yo quería verlo a él como mi padre, quería quererlo como mis hermanos mayores lo hacían, pero todo eso se esfumo en cuestión de segundos, todos esos deseos se fueron a la basura en una noche.

El segundo embarazo de mi madre, ahora tendría una hermanita. Para todos fue una bendición, para mi no, para mi fue una especie de maldición.

La noche del parto de mi madre, lo recuerdo como su hubiese sido hace unos momentos, mientras ella daba a luz a un nuevo ser, su esposo le arruinaba la vida a una de sus hijas.

Esa noche yo me quedé en casa con mi hermana mayor, hermano menor, una tía mía y mi padrastro, mi hermano mayor se quedó en la casa de su mejor amigo.

Yo estaba en la primera planta con mi tía y mi hermana, mi hermano menor con mi padrastro en su habitación en la segunda planta.

Estábamos por acostarnos, pero a mí me dieron ganas de ir al baño.

Si algo me hubiera dado el indicio de lo que pasaría esa noche 4 de febrero del 2004, juro que lo hubiera evitado, solo, si tan solo hubiese tenido un sexto sentido que me advirtiera del daño irrevertible que sucedería por tomar una simple decisión, yo no estaría donde estoy. 

Es una pena que él hubiera no exista.

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