18: Amar fuera de los límites

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Escucho a el guardaespaldas con seriedad mientras habla por celular. Lleva un rato relatando cada detalle de lo sucedido.

—Necesito que me traigan unos documentos, sí, lo mejor será inventarlo, sospecho de un posible maltrato, ella está afectada, ya les pagué el silen...

Deje de escuchar cuando dijo "Posible maltrato", él cree que mi amiga está siendo lastimada por alguien, pero cómo, es decir, estaba en su casa, con su familia, se encontraba en un sitio seguro. Lo más probable es que se lastimó ella misma, pero eso no explica que utilizará la misma vestimenta, su condición era deprimente, con la mejilla morada, llena de sangre, cierro mis ojos y me encargo de inhalar profundamente.

Focus Pilar.

Lo intentó, intentó abrir la puerta. Ella no podía querer morir.

Abrí los ojos, el ardor de ellos era incómodo, pero percibí algo más. Sé que no es bueno juzgar, señalar sin conocer puede dañar a otros, sin embargo, cómo es posible estar en la misma casa y no darte cuenta de qué tu hija no se ha aseado por días.

—Hey

Mis pensamientos son tan fuertes que no me percaté de Uriel. Debo estar hecha un desastre, pero me apresure a abrazarlo.

Si antes llore como si no existiera un mañana, ahora es peor. Lo apreté entre mis brazos con fuerza, no quería que se apartara de mi. No quiero que Paula muriera, no quiero aceptar que es su madre quién la maltrató, no quiero que Uriel me consuele porque todavía pesa en mi corazón su rechazo.

—Tranquila, ya la están atendiendo —sus manos hacen lo mejor del mundo para transmitirme esa sensación de paz y seguridad— ¿No quieres beber un poco de agua? —me consulta, a lo que niego con la cabeza sumergiéndome más en su camisa, él insiste con delicadeza susurrándome— Tu cuerpo lo agradecerá, solo un poco —lo pensé estando envuelta en mis recuerdos sobre la experiencia que tuve hoy, y en mis latentes sospechas.

Luego de un rato de ser consolada, accedí, no he comido nada desde hace horas, permanecí aquí sin moverme esperando al médico, conociéndome, en cualquier momento caeré desmayada.

—Fue su madre— dije apartandome de sus cálidos brazos, limpiando las lágrimas en mi rostro, para luego recibir la botella de agua.

—¿Por qué lo dices? —preguntó funciendo el ceño. Quiero confirmar que sí sirvio el agua, me siento más fresca.

—No tengo información, sé que estoy juzgando sin bases, —le digo con vergüenza— pero la última vez que la fuimos a visitar —inhale sonoramente— tenía la misma ropa que hoy, ese día, se veía enferma, recurdo que... —lo miré directamente a sus ojos castaños oscuros, con mi voz temblorosa— sus ojeras estaban muy marcadas, y cuándo la abracé se quejó, ella estaba sufriendo, lo sospeche, pero no hice nada.— Limpié las nuevas lágrimas para continuar.

—Pilar, eso no quiere decir que seas culpable. Solo tenías hipótesis sobre la situación en la que ella se encontraba. Y con un "podría ser, sospecho o pienso que" no se puede denunciar. —Intenta darme un poco de su razonamiento. Asentí para hacerlo comprender que su mensaje llego a su objetivo.

—Su mamá se negaba a dejarnos pasar, fue extraño Uriel, no nos dio ni un poco de privacidad. Monitoreaba cada acción y cuándo se propuso salir a hablar en otro sitio ella prácticamente nos echo de la casa. Y hoy sé que Paula intentó abrir la puerta, alguien que intenta quitarse la vida permanecería en el sitio donde se encontraba ignorando la puerta, se esforzó, desplomándose en el piso frío. —Finalmente mi voz se quebró.

Acto seguido, en brazos de Uriel.

A eso de la media noche, el médico llegó, nos informó que el cuadro clínico era de gravedad, aunque por el momento se encontraba estable, la operación salió bien, pero expulsó tanta sangre de su cuerpo que necesitaban más y más. Se hayaba inconsciente hasta nuevo aviso.

—Considero que la señorita Alina Gil no debe salir de esté hospital, podría ser perjudicial— culminó.

Entendí que llamo a Paula de otro nombre causando una mirada de extrañes en mi. Cuando iba a corregirlo Uriel se acercó e hizo algo que me hacía sentir, fuera de lugar.

—Agradezco su preocupación, pero tenemos un mejor sitio para mi hermana. —Comentó con seguridad.

—Si ese es el caso joven Gil, debe llenar el papeleo y lo ayudaremos a retirarla.

—No es necesario —respondió Uriel... Gil. Inmediatamente me tomo guiándonos hacía la salida.

—¿Qué sucede? —pregunté.

—Nos vamos a casa, mañana la volverás a ver en la Sede, pero necesitas descansar y tu mamá está muy preocupada. —Informa.

—Pero por qué el cambio de nombre, no entiendo nada. —Digo entrando a su auto negro que he extrañado desde hace mucho.

Bien dejaré de pensar en ello, ya estoy muy susceptible.

—Es para facilitar el traslado, sirve para que su mamá no sepa dónde está y con quien —anunció.

—Eso no es legal, cómo hicieron eso tan rápido... —cuestione mientras me abrochaba el cinturón.

—No lo es, se hizo rápido por qué se solicitó rápido Pilar. —Dice con simpleza empezando a conducir.

Tenía ganas de debatir con él, porque sinceramente no era rápido, en lo absoluto, falsificar dos identidades no es para nada sencillo, así como no es lo mismo oír y escuchar, cantar y gritar, correr y caminar, blanco y negro etcétera.

Pero no debati, porque estoy cansada, hoy fue un día complicado, para todo mi ser.

Al llegar a casa mamá nos recibió realmente preocupa, Uriel ya le había explicado todo con lujo de detalles, excepto el que la cambió de hospital con una identificación falsa.

No había necesidad de que yo relatara algo, él ya lo sabía, sus informantes son excelentes. Me pregunto si le dicen siempre, en cualquier contexto, todo lo que yo hago en mi día a día.

—Ella ahora estará bien, debés tener esperanza. —mamá me alienta. Estamos en mi habitación, hemos tenido una larga conversión, donde yo me limitaba a asentir y sollozar.— Te diré algo más antes de dejarte descansar, no sabía que aprendiste a amar fuera de estás paredes, estoy orgullosa de ti.

—No entiendo a lo que te refieres mamá...— murmure confusa.

—Siempre has sido tan reservada, calculadora y distante con todos aquéllos que no somos Emily, tu padre y yo... te abriste a otros cultivando relaciones hermosas, quieres y te estás dejando querer.

Finalizó con esas palabras mientras me daba un beso en la frente, de esos que solo saben dar las madres y salió de mi habitación.

Al final, sí tenía razón, pero yo también la tenía al ser prevenida. A mi familia los conozco, sé que a menos que sea necesario, no se irán de mi vida, sé que nuestro amor siempre será mutuo sin medir distancias, pero con los otros, es cuestionable.

Nunca se sabé y yo caí en ese abismo de confusiones, de querer sin saber que esperar, de sentir sin saber cómo controlar.

Aprendí a amar.

¿Qué hago ahora?

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