10: ¿Y ahora qué?

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Al salir del amplio baño, con mi mente fría, alejé todo sentimiento de inquietud.

—Ella quería asesinar a la otra chica...-
Es lo que me dice Paula, posiblemente piensa que sigo afectada por lo sucedido.

—¿No quieres usar el baño? Es bueno para despejar la mente.- le propongo.
Trato de desviar la conversación al estilo Wilson.

—El piso está frío, mi pie no aguanta más.- menciona.

—Ten mis zapatillas. Demórate lo que necesites. Hasta ducha tiene.- le digo. Mientras me quitó las zapatillas hasta quedar en medias, vuelvo a acostarme, definitivamente, voy a dormir.

—¿Tendrán habitación?-
Dice Paula, amarrándose los cordones de las zapatillas, levanta la mirada escaneando nuevamente la gran oficina.
—No creo...—
Mis ojos se cierran solos, estoy exhausta, no comprendo como Paula no se durmió.

—Bueno, tu novio aclarará nuestras dudas.-
Eso esperó, sería el colmo no decirme de que va todo esto.

—No es mi novio, lo sabes.-
No me extraña que lo repita, a ella le gustó el show entre él y yo en medio del pasillo.

—Tu novio y fin de la conversación. Con ese beso, amiga, hasta diría que eres su esposa.- dice coquetamente, caminando hacia el baño. No la veo, pero el tono en su voz, la deja al descubierto.

Paula es una romántica. No le contesto y caigo en un profundo e intenso sueño. Amo esté sillón.

Tiempo después

Escuché una puerta abrirse, pasos ir de un lugar a otro, muchas voces. Los pasos cesaron luego de un tiempo. Una manta me arropo, doy las gracias y no recibo respuesta. No estaba muy frío, pero el sentirse abrigado en estos momentos era algo que no sabía necesitaba.

Mi sueño era prácticamente un recuerdo, un cumpleaños para ser exactos. Emily llegaba a los 4 años, papá abrazaba a mamá y la miraba como si fuera el centro de su mundo. Nos decía que gracias a ella conoció el verdadero amor. En un momento a otro, todo se volvió blanco y negro, papá salía de casa con unas maletas. Fue a difundir el verdadero amor, en otros brazos.

Lo extraño, llevamos un largo tiempo sin platicar. Lo llamaré, deseo saber cómo está.

Me estiro en el sillón, ya me siento con mucha más energía, las luces alrededor han bajado su intensidad. Me siento y veo frente a mi a Paula, duerme como un bebe. Su rostro se esconde detrás del corto cabello negro que tiene. ¿Cómo Francisco no nota a esta mujer? Y no hablo completamente de su atractivo físico, sino del carisma proveniente de ella. Chicas guapas hay por todo el Instituto y la ciudad, pero divertidas, simpáticas, inteligentes con las que puedes establecer un lazo sincero, pocas.

Giró mi cabeza para ver a Uriel sentado en su escritorio. Parece que está discutiendo sobre algo relevante, me imagino que en video llamadas. Tiene dos grandes pantallas de computadora. Y por lo que veo, está acostumbrado a ello.

No aparenta estar exhausto. ¿Por qué? Él hombre llego hoy de un largo vuelo desde otro lejano país, para después asistir a una reunión y luego otra. Más eso, lo que sucedió con Helen. El estrés que le cause.

Alejó la manta de mi, me levanto del sillón, necesito usar el baño. Paula se despierta igual.

Le hago señas para que no haga ruido y ella comprende. Rumbo al baño me doy cuenta de que existe otra puerta, espera, de donde salió. Me acerco mucho más y me doy cuenta que no es una simple puerta.

Es una puerta oculta en el librero. Me doy la vuelta para comunicarle mi descubrimiento a Paula, pero las luces en toda la oficina aumentan su intensidad, en pocas palabras, ya no estamos a oscuras. Uriel se levanta de su silla y se coloca frente a Paula.

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