30: Nublada

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He conocido a muchas personas en el edificio donde práctico defensa personal, en especial a Sasha, Dian, Zian y Ángela, todos son estudiantes, pero uno que otro tiene un puesto digno de aprovechar a mi beneficio. Quise esconder mi procedencia, pero fue imposible, aquí todo se sabe, y es obligatorio, ellos alegan que es por seguridad. Han sido amables, en un principio, pero yo llegué a perseguirlos muchas veces para pertenecer a su grupo. Sé que no puedo seguir a algún líder y sacarle información, imposible, lo sabrían, pero estos jóvenes como yo, solo sentirán que estoy sola, confundida y sin fe, chica que está aprendiendo a defenderse para no sufrir el mismo destino de su madre. Y aunque en parte es cierto, de confundida no tengo nada.

Mi propósito es que tengan pena por mí.

Sasha trabaja en el edificio de inteligencia, no tiene funciones muy importantes, pero algo puedo sacar de ella, y Zian en la administración, me sirven porque están en el edificio principal. Ahí se mueve toda la información.

Nada pasa si no se analiza en el edificio principal.

—¿Vamos al bosque esta noche? Vienen mis compañeros de la Sede de Oceanía. Será divertido —anuncia Ángela con alegría, es una chica que siempre busca diversión, aquí las fiestas suelen ser en el bosque, he asistido a dos, cantan y bailan, casi lo típico frente a una gran fogata.

—¿Cómo tienes tiempo de ir a fiestas y también ser agente? —cuestione curiosa. Ángela es buena con rifles de largo alcance, siempre estudia sobre ellas y práctica a diario, quiere ser la mejor en ese tipo de armas, también aprende en la confección de ellas, quiere crear un rifle inteligente. Es ambiciosa.

Suelta una carcajada antes de contestar.

—Crees que voy a muchas, pero en realidad no, piensas así porque no sales de tu casa. Necesitas diversión.

—Estoy de acuerdo, solo aprendes con Achet y te vas a casa. Debes salir más. —Concuerda Dian.

—Las fiestas son quizás una vez al mes o dos. Si son más es porque celebramos un día especial, cumpleaños, nacimientos, lo que sea. Lo malo es que para ti vivimos en una discoteca —agrega Sasha.

—Como vienes de afuera piensas de esa forma —esa afirmación de Zian me molesta aunque sea cierta, me trago mi fastidio.

—Lo siento, no suelo ser alguien que sale, siempre cuide de mi hermana hasta que mamá murió…— mire el plato de comida con tristeza, me duele su partida, pero esto es pura actuación.

—Pilar… nosotros lo sentimos mucho, no debíamos hablarte así —Zian es el primero en disculparse luego de los otros. Yo en respuesta solo asiento.

La charla continúa amenamente, pero sigo pareciendo estar un tanto distante, al terminar el almuerzo, se supone que todos vamos a hacer nuestras funciones, pero como no es mi caso, en fin creo que ya tenemos un mes de conocernos y es momento de que alguien sea más amable con mi tristeza.

Corro detrás de Sasha, es tan pequeña, pero muy rápida.

—¿Estás bien, sucedió algo?— parece preocupada, y es en estos momentos donde mi corazón empieza a palpitar. Su cara de angustia al pensar que no estoy bien me molesta, ella no me conoce lo suficiente, cómo se preocupa por mí. Sasha tiene que cuidar de quién se preocupa, me da mucha importancia, y no sabe lo vacío que está mi alma. Ni que fuera mi amiga.

Paula es mi única amiga. O eso creo…

Llevo muchos días sin hablar con ella, se enojo conmigo y no me habla. La entiendo, me lo merezco.

Elimine todo pensamiento de mi mente para así concentrarme.

—¿Puedo estar contigo hoy? —sus rasgos mostraron asombro— no quiero estar sola… —mis ojos se humedecen— es… es solo hoy, no te molestaré más yo…

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