Síndrome de Estocolmo JimSu +21

Extra 2

—Doctor Park.— lo saludó cordialmente la madre de YoonGi a lo que el correspondió de la misma forma.

—Señora Min, YoonGi, los estaba esperando.— dijo un poco ansioso, algo poco común en él. —espero que estén preparados para los resultados. Nos acompañaran la doctora SuRan, el detective Wang y el doctor Shin.— les avisó.

—¿No son muchas personas?— preguntó el pálido.

—Estoy de acuerdo pero es lo máximo que pude hacer.— contó.

Al entrar al consultorio, para el punto de vista del pelinegro, todo se volvió más lento. JiMin se posicionó junto a sus colegas y hablaron bajo entre ellos.

—Un placer conocerlos señora y joven Min, soy el doctor Shin HaKyun.— se presentó. los resultados de sus exámenes llegaron hace unos minutos.— comentó.

Abrió el sobre y le echó un vistazo a los resultados con un silencio sepulcral.

YoonGi estaba tan ansioso que sentía su vida escapar de sus manos, con sus pequeñas uñas rasgaba frenéticamente el asiento debajo de él.

—Joven Min, las pruebas de alguna enfermedad de transmisión sexual son negativas.— el aire abandonó de golpe sus pulmones ante aquellas palabras. —Lo que tiene es una fuerte infección, la trataremos con medicamentos para que no se complique, pero puede estar tranquilo.

Su madre lo abrazó fuertemente, el alivio lo inundó por completo y sintió que por una vez en su vida las cosas no era tan malas como pensó. Sus ojos brillosos fueron a parar en JiMin, quien le sonreía en grande ante las buenas noticias y podía jurar que le repetía que si pensaba positivo las cosas saldrían mejor.

—Muchas gracias— repitieron al despedirse de los médicos con una reverencia.

El viaje hacia casa fue más cómodo, ya no tenía aquel nudo que impedía que comiera.

Su madre lo miró de reojo con una pequeña sonrisa. —Volvió el color a tu rostro, cariño.— le comentó.

—M-mamá— se quejó con un notorio sonrojo. —solo estoy feliz.

—Espero que te mantengas así mucho tiempo, YoonGi.— su tono fue algo nostálgico, y podía percibirse el dolor de los últimos años en cada palabra.

—¿Alguna vez pensaste en rendirte?— le preguntó algo cohibido.

—Soy tu madre, YoonGi, jamás dejaría de buscarte hasta no tenerte conmigo.— contestó con lágrimas bajando de sus pequeños ojos. —Y aunque me pidieron hacerme la idea de que...— un fuerte sollozo cortó sus palabras. —de que tal vez habías muerto, nunca pensé en rendirme, ni un solo instante, por más duro que sea quería encontrarte.

—¿Y si hubiera escapado de casa, eso habría cambiado?

—No.— dijo firme. —La gente muchas veces solo sabe hablar y despotricar contra personas que no conoce. Durante este tiempo he escuchado las más horribles cosas dichas hacia mi pequeño, culpándome a mí, a tu padre e incluso diciendo que fue tu culpa. Pero yo te conozco y sé que jamás harías eso que dicen, no tuviste motivos para escapar de casa, y si querías irte aún así tendrías nuestro apoyo.

—No te irás de aquí, YoonGi. Porque sabes muy bien que no le importas a tu familia, soy la única persona en todo el mundo que va a soportarte y a amarte.— le gritó, aunque el estaba decidido a marcharse de allí. —Si te vas, me pierdes.— sentenció.

—SiWon, no es necesario todo este drama, solo quiero ver a mi familia.— dijo, harto de aquella situación.

—Es tan típico en tí. Solo has pensado en lo que quieres, te lo dí todo y más, estás bien porque yo te salvé.— alzó la voz mientras engañosas lagrimas corrían por sus mejillas. —nunca piensas en mí, el hombre al que le debes tu vida YoonGi.

Sintió un vacío al ver llorar a su "novio", y todo lo que decía era verdad. Choi tapó su cara con sus manos y comenzó a sollozar, se podía escucharlo desde cualquier parte de esa casa. Su corazón se encogió en su pecho y su cabeza se llenó de dudas: ¿acaso era él quien estaba mal? ¿en verdad era un mal novio? Si no era así, ¿por qué SiWon lloraba de aquella manera?.
Una vez más el pálido cedió ante la manipulación de aquel hombre y decidió seguir a su lado. Oh, si alguien le hubiera dicho el infierno que iba a sufrir allí, habría escapado en la primera de las oportunidades.

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