II

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Una noche dos de los demonios cazadores de Lucifer vigilaban la ciudad, saltando de edificio en edificio, hasta que uno de ellos vio a un joven caminando solo por un callejón y detrás de el un Dimoni hambriento.

—Win, allí —dijo el demonio apuntando abajo, haciéndo que el otro cazador observe también al humano que había visto.

—Estúpido humano —murmuró este al ver al Dimoni detrás de el.

—Demasiado fácil —afirmó su compañero—. Hazlo tú, al menos la expresión de ese Dimoni al verte será divertida.

—Claro, si es la misma que tú haces al ver a nuestro padre —se burló el cazador.

—¡Solo hazlo idiota!

—Será una noche divertida —afirmó entonces el cazador con una sonrisa y se lanzo del techo donde se encontraban cuando el Dimoni llegó al humano—. ¡Oye estúpido! —gritó haciendo que este se voltee hacia el al escucharlo—. Estas muy lejos de casa, no lo crees —agregó mientras caminaba hacia ellos.

—No.... tu.... no tu.... —La voz del Dimoni tembló al pronunciar esas palabras y sus manos soltaron al humano rápidamente—. Hermano no estaba por hacer lo que pensabas —afirmó con miedo, alejándose del humano. Porque todos conocían el aspecto y el nombre de este cazador, como no hacerlo si era uno de los favoritos de su creador.

—No, claro que no —se detuvo—, solo estabas por ayudarlo, ¿cierto? —cuestionó irónico.

—Lo dejaré, no lo volveré a hacer, por mi sangre lo juro hermano —suplicó, pero este Dimoni no sabía que su juramento para el cazador no significaba absolutamente nada, vio como una media sonrisa se formaba en los labios del demonio, y antes de reaccionar su cuello ya estaba siendo sujetado por el.

—Porta a I'infern —pronunció y un círculo de fuego apareció frente a el—. Es hora de volver a casa hermano.

—¡Espera! —gritó entonces el joven que antes estaba en las manos del Dimoni—. Suéltalo, déjalo ir —dijo y cuando esas palabras llegaron a oídos del cazador se volteó hacia el.

—Sabes que intentaba alimentarse de tu corazón, ¿cierto? —cuestionó el demonio con el ceño fruncido.

—Solo suéltalo —repitió el joven—. Prometió no volver a hacerlo.

—Claro —respondió el cazador y si lo solto, pero lo soltó dentro del portal directo al infierno otra vez.

—¡No! —gritó el humano—. ¡Te pedí que lo dejaras ir!

—Y lo dejé ir, ¿acaso no lo viste? —se burló el cazador.

—Ya lo habías alejado de mi, ¿por qué lo enviaste de nuevo demonio?

—Porque es lo que tengo que hacer estúpido humano —respondió el cazador enfrentandolo—. ¿Acaso eres un protector de Dimonis?

—No pe....

—¿Pero qué? —lo interrumpió mirándolo a los ojos.

—Nada —respondió—. Olvide que los demonios como tú no pueden tener piedad —expresó el joven molesto.

—¿Demonios como yo? —cuestionó—. ¿Hablas de demonios que salvan a los humanos?—agregó con una sonrisa.

—No.... —pronunció el joven deteniendose—. Olvídalo, no puedo perder más tiempo —afirmó y se alejo del cazador, recogiendo las bolsas que se le habían caído cuando el Dimoni lo atacó, siguiendo así su camino.

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