VIII

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Aquella noche siguió su curso lentamente, y durante esas horas el cazador tuvo que deshacerse de varios Dimonis que iban apareciendo sin entender como.

—¡Humano despierta! —exclamó moviéndolo con su pie.

—Mm, déjame en paz.... sólo esta noche —dijo cubriéndose con las sabanas—. Solo está noche déjame dormir en paz.

—Créeme que yo tampoco soy feliz haciendo esto —afirmó el cazador—. Tenemos que ir a otro lugar.

—¿A qué te refieres con otro lugar? —cuestionó el joven sentándose en la cama.

—Al parecer muchos Dimonis conocen tu ubicación, tenemos que irnos.

—¿Qué?¿Cómo?

—No lo sé —respondió molesto el cazador—. Pero tenemos que irnos ya.

—Esta bien —dijo el joven y se puso de pié—. ¿Donde iremos?

—Solo sígueme.

El cazador no pronunció ninguna palabra pero aún así un portal apareció frente a ellos, sujeto el brazo del humano y luego lo atravesaron. El lugar al que habían cruzado era otro departamento, grande, elegante, pero nada exagerado, todos los muebles eran negros, las paredes blancas, una decoración bastante sobria.

—¿Dónde estamos? —cuestionó el joven mirando alrededor.

—Eso no importa —respondió el cazador—. Aquí ningún Dimoni vendrá.

—¿Por qué estas tan seguro? —cuestionó nuevamente el humano mirándolo.

—No es la presa quién busca al cazador en su cueva —murmuró el demonio.

—¿¡Que!? —exclamó sorprendido Bright—. ¿Quieres.... decir que este es tu departamento?

—¡Ya deja de hablar! —ordenó molesto— Mejor ve a dormir.

—¿Tienes cama? —cuestionó aún sorprendido.

—¡Maldición! —gritó frustrado el demonio, sujeto del brazo al humano y lo arrastro por una pasillo hasta la puerta de una habitación—. Allí esta la cama —dijo empujándolo a ella.

—Oye espera....

—¡Solo quédate aquí! —le ordenó molesto—. Querías dormir, duerme —dijo y cerró la puerta.

Pasaron unos minutos en los que el humano intentó, de verdad intentó dormir, pero no pudo, entonces paso algunos minutos más  dedicándose a revisar en silencio la habitación del demonio que parecía más la de un humano común, aunque aún seguía el mismo estilo sobrio de la sala, todavía parecía más la de un humano, que la de un demonio cazador, después de pensarlo un poco decidió salir de allí. Dio unos pasos por el pasillo y la luz de una puerta entre abierta lo detuvo, se quedó observando dentro y pudo ver al cazador pararse frente al espejo mientras desabotonaba su camisa, entonces entendió porque quería irse de su departamento, otra vez estaba mal herido, tenía un corte muy profundo bajo las costillas, quizás por eso no quería seguir peleando, fue lo primero que pensó. Pero no solo vio eso, también pudo ver cicatrices en su espalda, varias cicatrices que lo sorprendieron.

—¿Qué haces allí? —cuestionó entonces el demonio limpiando su herida, pero el joven solo se quedó en silencio—. ¿Responde o acaso eres un pervertido?

—¡Qué no, claro que no! —exclamó el joven abriendo más la puerta—. Solo salí a buscar algo para beber.

—Esta bien.... camina derecho y encontrarás la cocina —dijo indiferente el demonio.

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