XV

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—Humano despierta.... despierta humano.... despierta.... humano —Escuchaba el joven en su cabeza y segundos después de abrir los ojos tenía la mano del demonio cubriendo su boca—. Hay Dimonis alrededor del edificio —Escuchó nuevamente en su cabeza mientras el demonio lo miraba a los ojos—. Debemos salir de aquí, ¿entiendes?

El joven asintió a todo lo que escuchaba del cazador y se levantó lentamente de la cama, un portal se abrió frente a ellos y los llevó a su departamento otra vez.

—¡Maldición! —gritó entonces el cazador.

—Dijiste que nunca te buscarían allí —mencionó el joven mirándolo.

—¡Pues eso dile a tu maldita amiga! —exclamó furioso—. Esa estúpida cautivadora aún no entiende que no puede meterse conmigo.

—Lo... lo siento —dijo el joven—. Es mi culpa otra vez —afirmó y entonces la mirada del cazador se dirigió rápidamente hacia afuera—. ¿Qué sucede? —cuestionó al notarlo y en ese mismo instante algo explotó dentro del departamento.

—Humano.... humano.... —lo llamaba el cazador sin recibir respuesta—. ¿Dime dónde estás? Humano...

El demonio no entendía porqué, pero en ese momento no podía percibir cerca al joven, y eso solo hacia que su desesperación aumentara, cuando el humo empezó a disiparse, se vio rodeado de Dimonis, muchos de ellos y a su lado, en el piso, el joven inconsciente.

—¿Ustedes no aprenden cierto? —cuestionó mirándolos.

—Esta vez no podrás contra nosotros —aseguró uno de ellos acercándose.

—¿Enserio aún piensan que pueden contra mi? —cuestionó ahora con una sonrisa el cazador.

—Tienes que dejar de ser tan confiado cazador —afirmó sonriendo el Dimoni—. Dejaras de serlo.

Y entonces la sonrisa que tenía el cazador desapareció de su rostro al darse cuenta que su mente estaba completamente nublada, no podía ver nada claro, enfureciendose, porque de esa forma abrir un portal era imposible.

—¡Tu sonrisa desapareció! —exclamó el Dimoni—. Al parecer ya notaste que no puedes escapar a través de un portal, ¿cierto? —rio—. Por si te lo preguntas, ese humo, no era humo normal —mencionó y entonces el cazador volvió a sonreír.

—Al parecer eres más estúpida de lo que pensé Yae —dijo entonces en voz alta, sabíando que ella estaba detrás de todo.

—¡Qué te puedo decir hermano! —respondió la cautivadora haciendo que los Dimonis le abrieran camino para pasar—. Son solo negocios —sonrió.

—Explicále eso a Lucifer —dijo el cazador—. Ya que pronto volverás al infierno maldita traidora.

—¿Y cómo piensas que llegaré allí? —cuestionó acercándose—. Creo que aún no te has dado cuenta que el que está atrapado ahora eres tú.

—Sabes.... —pronunció sonriendo el cazador—, aún no entiendo porqué es que siguen teniendo la maldita costumbre de subestimarme —agregó negando con la cabeza y entonces todos a su alrededor dieron pasos atrás al ver el brillo de la daga mata demonios saliendo de su manga.

—¿De.... de... de dónde sacaste eso? —cuestionó la cautivadora con miedo en su voz.

—No vinimos a hablar —dijo el cazador—. ¿Quién será el primero? —cuestionó mirándolos.

—Tienes razón —afirmó entonces la cautivadora deteniendo a los Dimonis que estaban a punto de atacarlo—. No vinimos a hablar.... traiganlo —ordenó y segundos después el cazador vio como dos Dimonis sostenían al ángel completamente ensangrentado.

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