XIII

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La pregunta que el ángel le había hecho, parecía haber ahogado al demonio, realmente no podía respirar y salió lo más rápido que pudo de aquel baño, huyó mejor dicho. Estaba apunto de saltar del balcón, quería irse, de verdad quería hacerlo, pero no podía, no con el humano en ese estado, entonces se detuvo, se obligó a detenerse.

—¿Hermano dónde diablos estás? —cuestionó en voz alta—. Necesitó encontrarte, no creo poder con esto solo.

Y justo en ese instante, en su cabeza empezó a ver imágenes borrosas de Mew, escuchando también como lo llamaba.

—Win... hermano —Esas palabras sonaban como bombas en sus oídos— Hermano....

—Mew... . ¿dónde estás? —cuestionó cerrando los ojos, intentando percibirlo—. ¿Dónde estás? —repitió pero entonces esa poca conexión que tuvo con su hermano desapareció—¡Ah maldición! —gritó.

—¿Qué sucede demonio? —cuestionó el ángel acercándose a el.

—Mi hermano, no puedo encontrarlo —respondió serio—. Tengo que encontrarlo.

—Puedes irte si quieres, cuídare de él —afirmó el ángel mirando al humano dentro, a quien había dejado en el sillón acostado.

—Serán solo unas horas —aseguró el cazador.

—Esta bien, es mejor que te alejes por un rato de el.

El demonio no necesito escuchar más y se lanzó del balcón hacia un portal, el ángel lo observó hasta que aquel círculo de fuego se cerró y luego volvió hacia dentro. Caminó por todo el lugar, entraba, salía, observando las manesillas del reloj moverse, hasta ver que el humano comenzaba a reaccionar otra vez.

—¿Estás bien? —cuestionó cuando el joven por fin desperto.

—¿Doctor? —pronunció este confundido al verlo.

—Puedes llamarme solo Theo —dijo con una sonrisa y le ofreció un poco agua—. ¿Dime cómo te sientes?

—Bien, estoy bien —respondió el joven tomando el vaso, bebiendo su contenido mientras observaba alrededor.

—El demonio no está —mencionó el ángel al notar la mirada vaga del humano—. Tenía algo que hacer y se marchó.

—Mm —El joven solo asintió a ello.

—No te ves muy preocupado por eso —afirmó entonces el ángel.

—Después de lo que hice, otra vez, prefiero no verlo —respondió Bright avergonzado.

—No tienes que preocuparte por ello, el sabe que no eras tú.

—Aún así, solo recordar los pensamientos que tenía en ese momento me hacen querer tenerlo lejos —afirmó el joven acariciando su nuca nervioso.

—Mm, bueno —asintió el contrario—, supongo que esos pensamientos ya no volverán, has estado inconsciente durante varias horas y tu temperatura se mantuvo igual—explicó mirándolo.

—Gracias.

—No te preocupes —afirmó— Es mi trabajo —sonrió.

—Claro, siempre es solo por su trabajo —mencionó el joven apartando la mirada.

—Pero es por ser doctor —respondió este sonriendo—. No por ser un ángel.

Bright sonrió.

—¿Puedes decirme lo que pasó? —cuestionó entonces el alado.

—No.... no lo sé realmente —respondió el joven—. No sentía que mi cuerpo ardía como la primera vez, pero si sentía que necesitaba estar cerca de el.

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