XI

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El demonio quería seguir al humano y ponerlo en su lugar, después de haber escuchado la palabra cobarde, pero no debía hacerlo, no tenía que hacerlo, no, porque eso sería seguir sintiendo cosas que no quería sentir y era mejor evitarlo. Mientras que el joven realmente no entendía porque el cazador era tan injusto, porque elegía despreciar a los humanos de esa manera, sabía, de echo estaba seguro que muchos lo merecían, pero no todos, claro que no todos.
Fue directo a la habitación después de dejarlo solo en el balcón y se tiró en la cama, estaba demasiado cansado, de los Dimonis, del cazador, del miedo que le daba pensar que podían lastimar a las personas que el quería, pero sabía también que debía soportarlo. Cerró los ojos, intentando olvidar la discusión que había tenido con el demonio y se quedó dormido, pero unos minutos después el sonido de llamada de su teléfono lo despertó, lo tomó y en la pantalla vio el nombre de su amiga Yae.

—Bri.... Bright —La voz de la joven sonaba extraña del otro lado.

—Yae, ¿estás bien? —cuestionó entonces preocupado al oírla.

—Bright.... ne..... necesitó ayuda.

—¿Qué ... qué es lo que necesitas Yae? Dímelo.

—Estoy en el bar donde sie... siempre venimos cre.... creo que alguien puso algo en mi bebida Bright, es.... estoy muy mareada ahora.

—No, no te preocupes Yae, estaré allí lo más rápido que pueda —dijo el joven al teléfono levantándose rápido de la cama—. Intenta entrar al baño o algún lugar donde nadie te vea.

—Estoy... es... estoy en la sala VIP ahora, todavía nadie viene.

—Ok, esta bien solo quédate allí, llegaré en unos minutos.

—So.... so.... solo date prisa amigo por.... por favor....

Y entonces la llamada se cortó, el joven salió de la habitación desesperado, pero mientras agarraba sus cosas para salir el demonio lo vio.

—¿Qué haces? —cuestionó acercándose.

—Tengo que irme, tengo que irme rápido —respondió.

—No puedes ir a ningun lado.

—No me detendrás, no lo harás esta vez —aseguró el joven y salió del departamento pero cuando llego a la entrada del edificio el demonio lo estaba esperando allí.

—¿Dónde crees que vas humano?—cuestionó parándose justo frente a el.

—No es tu problema, sal de mi camino —le exigió el joven apartandolo.

—¿A dónde vas? —repitió furioso el demonio, sujetando su brazo.

—Tengo que ir a buscar a Yae, necesita ayuda —afirmó el joven soltándose—. Déjame ir.

—No, no irás a ningún lado —aseguró el demonio sujetándolo otra vez—. Vuelve adentro.

—¡Déjame ir, es mi amiga! —gritó molesto Bright intentando soltarse—. No puedes detenerme, ella me necesita.

—Ella no te necesita, ella es...

—¡Ella es qué! —gritó furioso el joven otra vez—. ¿Ella es qué? —cuestionó—. ¿Despreciable? Lo sé... sé que para ti todos los humanos somos despreciables pero no me importa, es mi amiga y me necesita ahora.

—¡Prometiste escucharme! —exclamó el demonio mirándolo a los ojos.

—Es mi amiga —repitió el joven soltándose de su agarre nuevamente.

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