Como todas las mañanas, Débora no estaba muy complacida cuando su despertador la despertó a las seis de la mañana. Ella estaba, como siempre, en medio de un profundo sueño cuando la angelical música que salía de su celular empezó a tronar en su habitación, haciéndose cada vez más fuerte. Soltando un molesto gruñido, mientras se quitaba una mecha que tapaba su rostro, extendió una mano hacia su velador y tomó su celular para apagar la alarma.
Un nuevo día acaba de empezar y era hora de levantarse.
Al otro lado del pasillo en que se encontraba su cuarto, sus padres se estaban estirando en su cama. Ellos también tenían que levantarse, mejor dicho, el padre. Elsa, la madre de Débora, no trabajaba, por ende, no tenía ninguna obligación de levantarse tan temprano. Max, en cambio, tenía que ir a dejar a sus dos hijos menores al colegio y luego ir a su trabajo.
Él tenía tres hijos: Abel, Alonso y Débora.
Abel ya estaba a comienzos de sus treinta años y había terminado de estudiar hace varios años. Elsa siempre solía decir "estudiar", marcando comillas con sus manos, ya que él nunca era de los que se esforzaban mucho en lo que a estudiar se refería. Cuando terminó su carrera técnica, él se había dedicado a todo tipo de trabajos, excepto a lo que él había estudiado. Fue repartidor de pizzas, vendedor en los centros comerciales y repartidor de folletos, pero siempre terminaba abandonando el trabajo o lo finiquitaban. Al final Max decidió que tenía que ayudarlo de alguna forma y consiguió que le dieran un empleo en la empresa, en donde podría trabajar como ayudante en el aseo. Desde entonces Abel, como se llamaba su hijo, no ha vuelto a cambiar de empleo y Max sentía que hizo algo heroico.
Alonso era bastante menor que Abel. Tenía veintidós años y estaba en el cuarto año de la universidad. Su pasatiempo favorito era dormir y tocar la guitarra. Cuando no tenía que ir a clases, le gustaba quedarse despierto casi toda la noche tocando o viendo algo en su computadora, lo cual enojaba bastante a Max cuando él vivía con él, porque no dejaba dormir al resto de la casa. Al otro día, no había forma de despertar a Alonso. A pesar de que su padre iba varias veces a su cuarto a tocar la puerta para que se levante, Alonso hacía caso omiso y se limitaba a darse la vuelta entre sus sábanas y a taparse los oídos con su almohada. A las tres de la tarde, cuando toda la familia se encontraba almorzando, la puerta de su habitación se abría de repente y él salía con paso soñoliento y con la cara sin lavar.
"Buenas noches", lo saludaba Max entonces, pero a Alonso le daba lo mismo. Saludando apenas, se sentaba a la mesa y comenzaba a servirse, con el pijama aún puesto. Un día, Elsa se cansó y mantuvo una seria conversación con su esposo. Le dijo que no tenía nada en contra de los hijos de su ex esposa, pero que no toleraba esas actitudes. Ella tenía otros principios, los cuales ella le inculcaba a Débora y no tenía ninguna gana de que la "no-crianza" de la madre de Abel y Alonso fueran a destruir todo su esfuerzo. Débora había cambiado de mala manera desde que Alonso vivía con ellos y ella no era capaz de seguir soportando eso.
Finalmente, Max habló con Alonso, pero él se ofendió tanto que dijo: "Si no son capaces de aceptarme como soy, entonces no veo por qué tengo que seguir viviendo en esta casa" y fue a hablar de inmediato con su madre para organizar la mudanza. Al cabo de algunos días, apareció una furgoneta delante de la casa, de la cual se bajaron dos tipos con tatuajes en sus brazos y uno que otro piercing en su rostro. Elsa se asustó bastante al verlos y fue de inmediato a buscar a Max, quien en ese entonces estaba acostado en la cama viendo televisión.
-Tranquila, mujer -le contestó él una vez que ella le contó lo que estaba sucediendo-. Son unos amigos de Abel. Van a ayudar a Alonso con la mudanza.
-Nunca me ha gustado la clase de "amiguitos" que tiene tu hijo mayor -dijo Elsa en un tono un tanto despectivo, antes de volver a salir de la habitación con paso firme y de cerrar la puerta tras ella con un poco de brusquedad, como si Max tuviera la culpa de todo.
ESTÁS LEYENDO
Entre callejones y sombras
Mystery / ThrillerEN PROCESO Débora no tenía la familia más tranquila del mundo. Con sus alocados medio hermanos, su estricta madre y su relajado padre lo tenía todo menos paz y tranquilidad. Las cosas empeoraron cuando su hermano mayor desapareció repentinamente si...