Capítulo 19: De mal en peor

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Dos de los policías acompañaron a Max y a Emir hacia el patio de la casa, mientras los demás se dedicaron a revisar la casa de Gregorina, tomando fotografías y recogiendo muestras dignas de ser investigadas. Gregorina y Yaritza fueron esposadas por las muñecas y fueron trasladadas con una patrulla hacia la estación de policía.

-Tuvieron suerte de que hayamos llegado a tiempo -le dijo uno de los policías a Max y a Emir-. Gregorina es una mujer muy peligrosa y estuvimos en su búsqueda desde hace mucho tiempo. Les agradezco mucho por ayudarnos a encontrarla. 

-No hay de qué, pero los verdaderos héroes acá son mi hija Débora e Ítalo, el mejor amigo de Abel -respondió Max-. Ellos fueron quienes la encontraron primero.

-Sí, pero ustedes nos dieron más información. Sobre todo usted, jovencito -añadió el otro policía, dirigiéndose a Emir-. Si no hubiera denunciado el secuestro, habría sido más difícil para nosotros encontrarlos.

-Hay otra cosa -dijo Max abatido-. Gregorina es mi hija mayor. 

Los policías lo observaron sin comprender.

-Mi ex esposa y yo la tuvimos cuando éramos apenas unos adolescentes y la dimos en adopción por decisión de los padres de ella... La verdadera razón de por qué Gregorina está aquí, es porque quiere cobrarme todo lo que no le he dado en estos últimos años. 

Los policías se intercambiaron una mirada, frunciendo el ceño.

-Quizás sea mejor que usted venga con nosotros también, señor De la Corte -respondió uno de ellos-. Por lo que vemos, este caso va mucho más allá de lo que teníamos previsto. Es demasiado para aclarar todo ahora. 

-Está bien -dijo Max. A su lado, Emir lo contemplaba con los ojos muy abiertos. Estaba claro que el muchacho no entendía del todo la situación.

Max, quien casi se había olvidado del afgano, se dio cuenta de que él lo observaba y le dijo:

-En cuanto a usted, jovencito, quiero intercambiar unas palabras a solas con usted primero. Con permiso -dijo, alejándose de los policías, mientras le hacía una seña a Emir para que lo siguiera. 

Los policías se intercambiaron otra mirada, como diciéndose que se trataba de una familia bastante complicada y se apartaron un poco. 

Max paró en seco en cuanto se hubieron alejado como dos metros de los uniformados y se volvió hacia Emir y lo miró fijamente a los ojos. 

-Mira, voy a ser bien directo y honesto con usted -comenzó Max con voz severa-. No nos conocemos, pero como seguramente ya se dio cuenta, yo soy el padre de Débora. No soy tonto y ya me di cuenta de que usted es el novio de mi hija, del que por cierto no he escuchado nunca nada hasta ahora. No sé cuáles son sus intenciones y de si realmente está enamorado de mi hija o no, pero le digo que mi hija no es una mujer con la que podrá hacer lo que se le dé la gana. Sé que usted no es de acá, eso se le ve desde lejos. 

-Soy de Afganstán, señor -respondió Emir algo tímido.

-Bien. Acá sabemos cuál es la mentalidad de los afganos respecto a las mujeres. Solo quiero decirle que si se le ocurre en algún momento hacerle daño a mi hija, no importando de la forma que sea, se la verá conmigo. Yo no estoy para juegos. Sé lo que muchos de ustedes quieren: venir acá, aprovecharse del sistema sin tener que esforzarse mucho y quitarnos a nuestras mujeres para conseguir el pasaporte suizo. No tengo nada contra ustedes, pero lamentablemente ya he escuchado muchos casos que no me gustaría que mi hija las viva. No sé qué pinta acá realmente, el problema que estamos viviendo ahora no le incumbe en lo más mínimo, no importando que sea el novio de mi hija. Yo no le conozco y, como ya le dije, no sé cuáles son sus verdaderas intenciones. Solo quiero decirle que se mantenga alejado de nuestros problemas y que no intente hacerse el héroe. 

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⏰ Última actualización: Dec 27, 2023 ⏰

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