El viernes llegó más rápido de lo esperado y Débora se sentía ansiosa y feliz al mismo tiempo. Feliz, porque por fin tendría su primera cita con Emir y ansiosa por cómo iba a salir todo. Y por su madre. Esperaba que escapar de su habitación no diera problemas, ya que si su mamá la pillaba, se desataría el mismísimo infierno.
Sin embargo, Débora también se sentía triste, porque había pasado una semana completa y todavía no se encontraron rastros de Abel. Ella esperaba que el sábado pudiera descubrir algo útil en el baño de Yaritza, aunque eso significara que ella era culpable de su desaparición. Aquello también sería trágico, pero la chica prefería eso a que no se supiera nunca qué ocurrió con su hermano.
Cuando llegó a la escuela aquella mañana, Emir ya la estaba esperando en la entrada, como al día siguiente de la gran fiesta. Tenía una sonrisa de oreja a oreja en su cara y en vez de llevar puesto su chaqueta negra de cuero de siempre, llevaba puesto una chaqueta más grande y gruesa también de cuero y negra, pero con forro en el interior. Aquella chaqueta hacía que Emir se viera como un auténtico rockero y que se resaltara su piel blanca. Tenía una barba de tres días que lo hacía verse varonil y sujetaba su celular en una de sus manos, como de costumbre.
-Hola, guapa -la saludó, una vez que Débora lo alcanzó.
-Hola, guapo -respondió Débora coqueta y sonriente al mismo tiempo.
-¿Qué hay de nuestra cita de hoy? ¿Puedes venir al final?
-Lo intentaré. Al final seguiré tu consejo.
Emir abrió grande los ojos, mientras una pícara sonrisa se asomaba a su rostro.
-¿Con que huirás solo para venir a verme?
-Para probar tu comida -bromeó la chica.
Emir rio. Su risa era como música para los oídos de Débora.
-Ya verás. Quedarás encantada con el plato que te voy a cocinar.
-Mmm, no suena mal.
-¿A qué hora puedes venir?
-Espero poder venir a las ocho. No me escribas sí, porque mi mamá me quitó el celular. Por la fiesta, ya sabes -finalizó la joven, poniendo los ojos en blanco al terminar la frase.
-Tu madre parece ser bastante estricta.
-Uf, si la conocieras...
Emir rio otra vez, mientras ambos se encaminaban a la sala de clases.
-Ya no falta mucho para que seas mayor de edad y entonces tus padres no podrán seguir interfiriendo tanto en tu vida.
-Tratándose de mis padres, seguramente seguirán interfiriendo en mi vida hasta que cumpla cincuenta años.
-Pues mala suerte la tuya.
-Gracias por tu apoyo.
Emir rio. A Débora le gustaba que a aquel chico le gustara su sentido del humor. Era el primero con el que pensaba que podría suceder algo. Antes ella siempre era invisible para los chicos que le gustaban. Como Diego. Débora estaba feliz de haber escuchado a su mejor amiga. Olvidar a Diego y mirar para otro lado era la mejor decisión que pudo haber tomado.
Riendo de felicidad, entró junto a Emir a la sala de clases y esperó a que pronto fueran las ocho.
19:00 hrs
Débora se estaba maquillando ligeramente cuando su madre tocó a la puerta de su habitación.
-¿Hija, estás muy ocupada? -le preguntó.
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Entre callejones y sombras
Misterio / SuspensoEN PROCESO Débora no tenía la familia más tranquila del mundo. Con sus alocados medio hermanos, su estricta madre y su relajado padre lo tenía todo menos paz y tranquilidad. Las cosas empeoraron cuando su hermano mayor desapareció repentinamente si...