Elsa caminaba de lado a lado en la cocina mientras sujetaba una taza humeante de café. Sus ojos se agrandaban nerviosos cada vez que miraba la hora. Ya era pasada la medianoche y Débora aún no regresaba a casa, lo cual no le gustaba para nada. Inquieta, le dirigió una mirada a su esposo, quien estaba sentado junto a la mesa con celular en mano.
-Esto ya me está preocupando -dijo Elsa agitada-. Débora no suele salir hasta tan tarde.
-Relájate, mujer, ella es joven. Tiene derecho a regresar un poco más tarde a casa -intentó relajarla Max.
-Sí, pero considerando cómo está la situación ahora, no es muy prudente que llegue muy tarde.
-Elsa, recién es medianoche y es sábado. La mayoría de los jóvenes que salen el fin de semana se quedan hasta después de medianoche. Incluso tú sabes eso.
-¡Sí, pero es medianoche! Ella no me dijo que iba a una fiesta, tan solo me dijo que iría con Italia a hacerle compañía a Yaritza.
-Si está con ellos, no deberías preocuparte.
Elsa volvió a mirar la hora pensativa. Eran las 12:10. Aquello no le daba una muy buena espina. Ella no se podía explicar por qué, pero su instinto le decía que algo no andaba bien.
-Ella ya lleva más de cinco horas afuera. Que ande en una fiesta ahora no me gusta para nada, no importando con quién sea.
Max puso los ojos en blanco y soltó un suspiro.
-Ay, no te estreses, Débora ni siquiera tiene novio. No hay mucho de qué preocuparse.
-De eso no estoy tan segura, Max -Elsa miró a su esposo fijamente, mientras tamborileaba con algunos dedos sobre su tazón.
-¿Qué? ¿De qué me estás hablando? -Max dejó el celular, que sujetaba con ambas manos, sobre la mesa y se quitó los anteojos.
-Cuando Débora se fue a la fiesta Grego, anduvo con un muchacho al que ella llamó "amigo". Sé que Débora solo tiene amigas, así que estoy casi segura de que no se trata de un simple amigo, sobre todo porque ella no me quiso contar mucho acerca de él.
-Mírenla... Y yo sin saber nada.
-Yo tampoco sé mucho, es solo mi intuición. Ya sabes que mi intuición rara vez se equivoca, por eso estoy preocupada ahora. Mi instinto me dice que Débora anda metida en algo que nos quiere ocultar. La conozco. Anda muy extraña últimamente, como reservada. Ayer fui a tocar a su pieza y vi que se estaba maquillando. Ya tú sabes que ella rara vez se maquilla...
-Adolescentes... -suspiró Max-. Era obvio que en algún momento eso iba a pasar. No por siempre ella seguiría siendo la chica buena de siempre.
-Es solo que me preocupa que le pase algo. Ella es casi una adulta, es muy madura para su edad. Me extraña que de repente se comporte de esta forma... Espero que no sea por el asunto de Abel. ¿Sabes? Voy a llamar a Italia. En una de esas él me conteste.
Max miró a su esposa un poco sorprendido.
-¿Aún no le devolviste el celular a Débora?
-No -dijo Elsa-. Se lo iba a devolver mañana.
-Ay, amor... Si le pasa algo, ni siquiera podría contactarnos. Está bien ser consecuente, pero esto ya es un poco imprudente.
-Si ella me dice que solo se juntará con Italia y Yaritza, no pienso que sea imprudente. Es imprudente de ella si hace otra cosa que la que me dice.
-Bueno, igual tienes razón.
Elsa tomó su celular y buscó entre sus contactos el número de Italia.
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Entre callejones y sombras
Mistério / SuspenseEN PROCESO Débora no tenía la familia más tranquila del mundo. Con sus alocados medio hermanos, su estricta madre y su relajado padre lo tenía todo menos paz y tranquilidad. Las cosas empeoraron cuando su hermano mayor desapareció repentinamente si...