La Torre ~ Capítulo 3

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Una vez el sol se opuso, y la luz de la aureola se iba desapareciendo por las rejillas de la ventana, Rose entró a su aposento para descansar durante un rato, y una vez que se había puesto la bata de dormir, se dirigió para sentarse junto al escritorio para peinar su cabello ante el espejo. Rose sin dejar de cepillarse había oído un ruido detrás de su armario alto de ropas, sonrió al olfatea el aire de la presencia de quién estaba oculta; así que, dijo aguantando no demostrar irritación por la persona que tanto le desagrada tenerla cerca:

— ¿Qué hacés ahí? Sal y dime con que pretesto intentas hacerme perder el tiempo. —Dijo Rose, viendo esa dirección por el reflejo del espejo.

La joven Yolanda asomó primero la cabeza y luego se deja ver el cuerpo entero, dió dos pasos adelante y con la mirada escondida, contestó:

— Madrina, sus amenazas no va hacerme sentir peor. Pero... ¿porqué dejás que la gente me lastimen... así? ¿porqué sos tan dura conmigo?

— ¿Por qué? ¡¿porqué?! ¿DICES PORQUÉ? —Levantó la voz al girar su cuerpo completo a la joven.

— Si. Quiero saber. —Contestó con una expresión en su rostro que demostraba desafiante.

— Yolanda, ¿desde cuándo te has vuelto con tanto valor para decirme eso en la cara?

— Rose, abrí mis ojos y me di cuenta que está... vez me lastimaron mucho..., llegaron demasiado lejos, y decidí venir afrontar por respuestas.

— Jojo... Veo que te creés grande. —Rose, se ríe.

— Soy una mujer grande. —Se defendió, Yolanda.

— No. No lo eres. Si lo fueras, ya estarías casada y con las bendiciones de niños en la casa corriendo por los pasillos. Hm. Yolanda, cielo, te voy a contar una cosa..., y si tú padre se entera se molestará mucho ¿entiendes?

— La escucho.

— Tú padre y yo... te hemos protegido desde que naciste, —Rose, se puso de pie y camino hacía ella. - cuando crecía y vos querías explorar el mundo con la sonrisa en tú carita y... corrias por los campos florales, la gente te empezó a tener envidia, querían lastimarte, en especial los muchachos, porque vos querida mía eras una niña feliz y de buen corazón. -En eso la mujer se coloca detrás de Yolanda y comienza a cepillarle el cabello oscuro con el mismo peine que usó. - Cuando eso empezó..., Maximiliano decidió hacer... un pacto para protegerte de que no permitieran que te juntarás con otras personas porque temía que te hicieran daño ya que... sos una chica muy inocente y sensible... a todo.

— N-no lo entiendo. —Yolanda, negó con la cabeza.

— Te lo diré con más delicadeza que pueda explicarlo. Tú padre cuando comenzó a trabajar para el reino me prohibió que te sacara en llevarte a la ciudad. Según él me decía que allá afuera hay un mundo llenos de peligros... incluyendo dentro del palacio en dónde los soldados hacen planes de aprovecharse de jovencitas como tú. —La chica la veía con repulsión a su madrina por el espejo. ‐ Yo le dije que no aprobaba su egoísmo ignorancia, le insulté llamándole hombre sin escrúpulos e hipócrita por no permitirme llevarte conmigo a pasear, pero Maximiliano en vez de... levantarme la mano como lo esperaba, me abrazó con fuerzas, con tantas fuerzas que... pude sentir sus latidos golpear en mi pecho, y cuando me abrazaba me hizo prometer nuevamente que te protegiera del mundo exterior, que sabía bien por que me lo estaba pidiendo suplicante.

— ¿Y se lo prometiste?

— Si, lo hice. Pero por el lado como se lo prometí, era mentira. Yo jamás estuve de acuerdo con esa locura. Yolanda, yo quería que crecieras viendo el mundo con otros ojos, ojos que... ven colores de arcos iris, no de la manera que los ven tú padre y primos, y yo con está región de inmundicia que nos rodean...

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