La Torre ~ Capítulo 6

13 5 0
                                    


No podía dejarlo a su primo a la suerte. Antoni había esperado que Maximiliano y Rose se fueran a dormir, cuando tomó uno de los cabellos que tenía para pelear, y corrió a toda velocidad por el campo, atravesando también montes y caminos empedrados.

Sin aliento se detuvo al ver al caballo descansando que dejó Gadriel. Antoni actuó por hacer lo mismo, amarró al caballo color rubio, y luego se aventuró por los siguientes bosques llenos de enredaderas y pastizales. Cuando vió luces de fogatas a los lejos, decidió subirse a un árbol, en lo alto se dedicó a sacar su arco de flechas.

Miró bien, apuntó y fijó su puntería a un sólo hombre que estaba sentado y fumando junto al fogón.

De pronto, Antoni escuchó un grito, eso lo distrajo, pero luego lo volvió a intentar, y otra vez lo oyó de nuevo. Alguien grita, sus gritos eran estremecedores. Y esa persona seguía gritando...

Por lo que al rato se dió cuenta que venían de esa tienda que ese tipo vigilaba.

Los gritos de esa persona lo puso tan nervioso que por impulso decidió actuar. Con la rama caída del mismo árbol, descendió y luego disparó un flechazo a los pies del hombre. Éste se puso de pie de un salto y lo miró desafiante al aparecido.

Antoni sin dejar de apuntarle avanzó unos pasos a él, cuando iba a exigirle lo volvió a escuchar gritar desesperado desde la tienda.

Antoni no pudo más de la conmoción de lo había provocado que se lanzó a la entrada de la tienda y lo abrió para acudir haber que le sucedía a la víctima.

Lo que vió...

Vió a su primo boca abajo, con cara enrojecido y llorando, sobre encima de él estaba ése Desmon semidesnudo cabalgando de placer.

Antoni cuando quiso gritar, sintió un fuerte golpe sobre la nuca. Todo se le puso oscuro alrededor y sintió el golpe dándose la cara al suelo.

* * * *

Los sonidos de las chispas del fogón que se iban extinguiendo lo despertó a Antoni. A principio no sabia en donde se encontraba o a que fue en busca. Luego cuando lo recordó se dió cuenta que todavía seguía en la tienda, al intento de ponerse de pie, unos sollozos lo obligó a levantar la cabeza y mirar hacía adelante, era su primo.

Gadriel estaba semidesnudo y temblando a un rincón, abrazándose así mismo, le habían arrancado la ropa seguramente con navaja.

Antoni inmediato socorrió a él y lo abrazó fuerte.

— Oh Ga, mi primito..., no, no. —Antoni, lo contrajo a su pecho y lloró con él.

Más tarde; al estar más calmados, Gadriel esforzando su voz le dijo a su primo:

— A-Antoni, hay que... detenerlos.

— Por lo que te hicieron, yo lo sé. Yo mismo los mataré.

— No..., van a ir por Yolanda. Le... harán lo... mismo que a mi.

— Gadriel, te buscaré algo de ropa, deben haber dejado algo por aquí...

— No, no, escúchame. Esos malnacidos no se tienen que salirse con la suyas.

— Respira, Ga... ahora yo me encargo.

— N-no lo entiendes...

Antoni le envolvió el cuerpo de su primo con las sábanas que habían olvidado los vándalos, luego lo ayudó a ponerse de pie, y luego salieron de la tienda caminando hasta donde estarían los caballos.

La TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora