La Torre ~ Capítulo 16

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Yolanda

Pasó las horas y el sol nuevamente volvió a brillar. Yolanda bostezando abrió los ojos en la mañana de nieblas. Suspiró al sentir una vez más el peso del lobo ahora sobre su abdomen.
Parecía que dormía, así que la chica por está ocasión difícil le permitió quedarse encima suyo.

Luego de los minutos transcurrido, le dió tentación de acariciar su cabeza, le acarició sus orejas grandes de terciopelo, le acarició su lomo y éste se estremeció que se vió obligado a despertar pero no levantó su cabeza sinó que saludó el yun:

— ¡Buenos días lady!

— ¿Me has dicho tú... nombre? —Yolanda, se interesó.

— No te lo dije.

— Si no te... molesta que pregunte ¿cuál es?

— Ricc. Se escribe R-i-c-c.

— Oou.

— Si no te molesta que yo pregunte ¿porqué me acariciabas?

— ¿por... que sos un lobo?

Ambos callaron sintiéndose incómodos.

* * * *

Maximiliano

— No le gustará lo que tengo que decirle mi señor. —Empezó diciendo el cazador. - Su sobrino Gadriel ayudó escapar a un peligroso saqueador buscado en varias regiones y que se ha ofrecido recompensa por la captura de Arthur Figuero durante años.

— He... no entiendo.

— Es un condenado mitad humano-bestia. Seguramente se transformó en su naturaleza animal cuando la última vez que lo perdí en los bosques durante la persecución. Por orden del reino usted más que nadie debería apoyar la causa y saberlo para que nos acompañe en nuestra misión. Mi señor de la torre, ¿puede llamar a Gadriel y que acepté su arresto?

Tragué saliva y sin desviar la mirada de sus ojos verdes como la yerba, le respondí:

— Si mi sobrino menor ha hecho algo malo lo sabría porque no está aquí.

— El rastro de sangre me trajo hasta acá. Sus soldados no me dicen nada por las órdenes suyas, pero Gadriel debe estar escondido en alguna parte de la torre ¿se niega a llamarlo?

— Fénix, no me ha dicho mucho para estar obligado a buscar a Gadriel y cazar ése yun.

— Hay testigos por todas partes que los han visto juntos bebiendo. Yo mismo los encontré casual en una taberna cuando yo estaba descansando. Mi señor, al principio no estaba seguro pero luego lo comprendí todo. También escuché al yun decir que iba a huir en un barco, y vengo ante usted para que reúna sus mejores soldados, acompañeme al puerto hoy mismo para detenerle. Si no quieres entregarme a su sobrino menor ahora puedo esperar, la prioridad en esté instante atrapar al yun.

— ¿Y porqué me molestaría en ayudar atrapar a ése tal Arthur Figuero?

— Porque usted es más culpable que esa bestia y le concierne.

— ¿Qué?

— ¿Porqué cree que su sobrino me obligó a clavarle la espada?

— Porque le faltó el respeto, cazador.

— No. No fue así. Impidió Gadriel que hiciera mi trabajo con su sucio criado. ¿A no lo sabías? Mi Señor. Todo esos años tuvo a un yun ilegal como criado viviendo y sirviendo a la torre. Usted tendrás su castigo severo al final. Pero está obligado acompañarme.

— Con... todo el respeto, no es... buen momento. Han pasado cosas, y en esté preciso momento iba a enviar a mis soldados porque se me perdió mi hija.

— Envíalos, tienes 400 soldados a su disposición. Pero usted, mi señor viene conmigo.

Rose

Que bárbaro se está poniendo la situación.
Yolanda desapareció, la obligación del arresto de Gadriel y el severo descubrimiento del señor de la torre por el cazador más audaz y peligroso ¿quién lo diría?

Nosotros somos una familia como una caja de secretos, cada uno de nosotros los miembros que habitamos en la torre tenemos algo que ocultar, nadie se salva de guardar algo.
¡Y diantres! ¿Y ahora esto? ¿El cazador?

Creo que tendré que salir en busca de mi ahijada antes de que la encuentren ellos primeros. Pero si lo hago... no será sin cobrar.

Ella tiene valor que pone peligros a todas las brujas que existimos ocultas.

Ricc

—Deprisa, deprisa lady, creo olfatear a los soldados. Me parece que nos rastrearon. —le grito mientras corría lo más lento que podía para que ella me siguiera el paso. Me detengo ante las piedras para cruzar el arroyo - Ahorita, ¿lista?

— Pero, pero la corriente está muy fuerte...

— No nos queda de otra. Oigo a sus guardianes ladrar feroces. Nos destrozaran.

— No si me buscan a mi...

— Quise decir... me destrozarán.

— L-lo siento.

— No te afloje los sentimientos.

Y di un salto llegando a la segunda piedra.

— No sé si pueda, tengo miedo, Ricc —Dijo Yolanda, apunto de quebrarse.

— Ten confianza en ti misma. Puedes hacerlo.

— Me caeré entre las rocas...

— No mires abajo, mírame a mi, dulce lady.

Yolanda respiró profundo, saltó a la primera piedra, yo seguí saltando de a dos piedras juntas, la chica saltó la siguiente y casi se resbaló...

— ¡Mírame a mi! —le vuelvo a gritar preocupado.

— No puedo, no puedo...

— No llores..., ven

Lo hizo de nuevo y saltó ella, ni siquiera estábamos cerca de la mitad del camino. Las piedras se hacían cada vez más pequeñas y profundas, y yo que estoy en forma animal también podría caer.

— Yolanda, creo que la corriente está subiendo... —mentí para no decirle la otra cosa que sabía lo que sucedería.

La chica asistió con la cabeza y saltó otra vez pero está vez al aterrizar en la piedra se torció el pie. Yolanda gimió, luego quiso intentarlo otra vez pero perdió el equilibrio y resbaló golpeando el cuerpo con unas piedras:

— ¡Yolanda! —Gritó fuerte con un gruñido.

El río era extremadamente fuerte, la arrastró consigo y se la fue llevando lentamente. La chica intentaba con desespero aferrarse alguna roca que se le atravesaba pero sus dedos resbalaban.

Mi corazón latió tan pesado en mi pecho al ver la escena que me decidí ir por ella. De todos modos la metí en esto y ahora era mi carga sobre mi.

Me lancé al arroyo y me dejé llevar en el, tratando de alcanzarla antes de... ir directo a las cataratas. Las rocas me golpeaban todo el frágil cuerpito.

No iba a llegar así que me dejé llevar...

¿Y si me transformo en humano?

Lo hice. Mis huesos se torcieron y se estiraron poco a poco mientras dejaba rastros de sangre pieles de lobo a lo largo de la corriente y algunos trozos se pegaban en las piedras.

Una vez siendo humano, fue demasiado tarde. La perdí de vista y también caí a río abajo.

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