La Torre ~ Capítulo 8

13 5 0
                                    


Una vez que la hechicera pasó el umbral de la casa y desapareció, el hombre molesto caminó deprisa a pasos largos y tomó a su hija del cuero cabelludo.

La arrastró, y la llevó a un lugar en donde había una puerta que hacía tiempo no se abría. Maximiliano la abrió de una patada sin aún liberar a su hija, luego se adentraron allá y bajaron unas escaleras de caracol.

Yolanda con dolor, se esforzaba y le daba puñetazos en las costillas de su padre para que la soltara, pero éste no cedió. Bajaron unos metros muy abajo, luego de llegar, se encontraron con pasadizos largos como túneles de laberintos, todo oscuro e iluminados por lámparas de velas.

Siguiendo, Maximiliano la arrastraba por el cabello, la obligaba a caminar con violencia. Cuando llegaron, había una puerta grande de madera gruesa, sacó las llaves de su cinturón, con una mano eligió una llave plateada, abrió la cerradura con nervios y frustrado, una vez abierta la puerta pesada, la empujó adentro a Yolanda lo cual cayó al piso.

Ella con lágrimas en los ojos volteó a mirar a su padre, le rogaba con la mirada...

En eso Maximiliano entró aún más enojado y le tironeó el brazo para obligarla ponerse de pie, luego la tomó por los hombros con fuerzas y la samarreo...

— No lo puedo creer... ¿Por qué? ¡¿Porqué?! —Maximiliano le gritó a casi quebrarse la voz.

Yolanda sollozaba por el acto incomprendido de su papá.

— B-basta, basta... papá.

— ¡No me llames así! —Le gruñó el hombre.

— S-sueltame —Lloró ella.

Maximiliano volvió a dar un quejido de molestia y la empujó contra el piso, pero la chica insistió:

— Papi... no me dejás explicarme

Pero el hombre dando la media vuelta salió de aquella prisión, y mientras cerraba la puerta grande con la misma llave de plata, aún la podía escuchar, su voz como si fuese lejana:

—  ¡Papá! ¡Padre! No me dejes aquí, tengo mucho miedo. No lo entiendes, no lo entiendes. —Luego de una pausa añadió sonando enfadada. - Maximiliano, si me... dejarás explicar... - El hombre suspiró intentando calmarse, luego se alejó de la puerta y entonces la escuchó una vez más. - Maximiliano..., no, no, te vas a arrepentir, y cuando lo hagas... yo ya no seré más tú hija... nunca más. ¡Te maldigo por no comprender mi dolor! Que las llamas se alcen contra ti...

Dichas palabras, justo en el momento del que el hombre cruzaba el camino de las lámparas, las velas crecieron y se alzaron con llamaradas grandes en formas de serpientes, las llamas se le atravesaron en el camino y unas de las serpientes de fuegos golpeó el abdomen de Maximiliano y lo lanzó contra la pared, esté confundido y espantado se levantó deprisa y huyó corriendo escaleras arriba.

* * * *


La TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora