La Torre ~ Capítulo 13

13 2 0
                                    


Media hora antes de la desaparición de Yolanda.

Yolanda.

Mis ojos estaban hinchados de tanto lagrimiar, mi garganta me dolía desde la última vez que le grité a mi padre. Después de que Arthur se lo llevará el señor de la torre, pasaron mucho tiempo, no lo sé, pero lo que sé que en cualquier momento iba haber un nuevo amanecer.

Evite confrontar a Arthur para..., fue para defenderlo y no meterlo en más líos. Sus palabras me atacaron con su luz de esperanza, ¿cómo podría? ¿cómo podría creer en eso... conmigo?
No hay nada allá afuera para , perdí la pizca de amor que papá tenía sobre mi, ¿y ahora esto?
¿No era suficiente que mi madrina me atormentada con sus locuras y me manipulada para sus bienes si misma? Esa bruja, si supiera papá sobre ella lo que es..., pero Rose me tiene atada de raíz del alma; si le contada a todo el mundo, esa mujer me arrastraría con ella acusandome igual que soy una bruja. Además el reino y los otros reinos, les causaría un conflicto desconfianza y castigarían severamente a papá y mis primos, y Rose se saldría con la suya huyendo con un conjuro de magia.

Escondí mi cara en las piernas pero cada vez que cerraba los ojos veía los rostros de esos patanes asquerosos al momento que me sometían y reían. No puedo olvidar el olor, el olor que desprendían de sus cuerpos... que me daba ganas de vomitar. Lo que me pasó fue tan...

Comencé otra vez a sollozar y lamentarme por alejar a la única persona que tenía buenas intenciones de ayudarme a conocer el mundo, pero mi cobardía me ganó.
Me aferró tanto a éste hogar que pienso que algún día todo mejorará y que yo cambiaré... cuando sea más adulta, pero no veo el progreso, lo que veo es miedo, ataques por discriminación, soledad, corrupción, conflictos, guerras, decisiones y decisiones por las voces del reino y más destrucciones. En especial mi papá que me dijo algo que jamás olvidaré, jamás lo perdonaré por eso.

Como desearía hacerle pagar a mi padre y meterlo dentro de mi alma para que sienta lo mismo el dolor que yo sentí.

Me estaba quedando nuevamente dormida cuando oí un sonido, el sonido era como si un animal estuviese removiendo la tierra. Miré de un lado a otro sin conseguir ver nada en está oscuridad, luego alcé la vista hacia arriba en la única ventana que había, dónde la luna se la podía observar sólo la mitad de su rostro.
Vi moviéndose, luego observé una hoja caer levemente adentro, abrí bien los ojos y de pronto se apareció un rostro peludo con hocico negro mirándome...

Di un gritito y me acurruqué más en un rincón.

— Ey, niña... por aquí, por aquí —me llamó esa voz masculina y armoniosa. - No te asuste, soy yo... ¿no me recuerdas?

Estaba tan asustada como sorprendida, mi cuerpo temblaba y no respondía para volver a mirar y echar un vistazo a la ventana.

— Niña, no me tengas miedo... vení, vení, no te haré nada. No te veo.

No sabía como actuar, las piernas no me respondía del susto que me dió, así que cerré mis ojos por un momento y me armé de valor, pronto comencé asentir las circulaciones en mis venas y las piernas las empecé a mover lentamente, luego me fui arrastrando hasta detenerme en el medio de la celda, suspiro al levantar el cuello y miró en lo alto los barrotes.
Mis ojos se agrandaron, vi la cara de un lobo, su pelaje blanco eran mugriento, y sus luces de los ojos brillaban por la noche.

Era el yun, el lobo que conocí en el bosque y me habló de una forma muy siniestra, y obvio también en la ciudadela.

La TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora