La Torre ~ Capítulo 17

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— ¡Busquen por allá! ¡Allá! —Ordenaba un soldado anciano del reino Ultra.

— No puede estar lejos la hija del señor de la torre. —Comentó en voz alta un joven soldado de cabello negro, nariz chiquita, y con barba de varios días.

— Cállate, Lorenoi. —Le habló en voz bajita un chico de cabello color café enrrulado que portaba un rifle y caminaba pegado detrás suyo.

— ¿Por qué me callas? —Frunció en seño, Lorenoi.

— Novato, hemos trabajado mucho por estar en una misión como está, —Habló otro soldado que era un joven pelirrojo y pecoso. - no hagas que nos regresen a entrenamientos infantiles.

— Oime, tonto no estamos en el distrito de guardería. No hables si no te preguntan. —Le retó a Lorenoi un hombre obeso que había firmado un tratado por los más jóvenes soldados para está misión de rastreo y era el responsable.

Sin esperarse que el soldado anciano los había escuchado se regresó a ellos y les regañó entre dientes:

— ¡Pero será...! ¿Que tanto están magullado ahí? Seas ustedes. Póngase firmes. Y usted Lorenoi, si no entiende algo diríjase a mi ¿entendido? ¡¿entendido dije?!

— ¡Si, señor! —Gritó, Lorenoi.

Continuaron avanzando los soldados con sus espadas, rifles y escudos. Casi la mayoría de ellos eran jóvenes adolescentes hasta por encima de sus edades de 22 años que eligieron para esto por la orden del señor de la torre, Maximiliano.

Se dirigían al Este cuando uno de ellos se separó del grupo al llamarle algo la atención. Los soldados ni siquiera se percataron que Lorenoi se había quedado atrás para investigar una cosa que vió.

El chico de 18 años se agachó y encontró pedazos de telas elegantes de alguna dama, halló a unos metros a un costado también hojas medicinales lo cual lo llevó a su nariz para olerla.

De repente se dió cuenta de una cosa y gritó para que su grupo lo escuchara y se detuvieran, pero los soldados no lo hicieron.
Lorenoi con el corazón palpitante tuvo que correr a su dirección y alcanzarlos para informar lo hallago.

Al llegar, empujó a sus compañeros y llegó pronto al lado del anciano...

— Señor.

— ¿Qué quieres? Tranquilo, muchacho...

— Se fue por el lado de la corriente, la hija del señor de la torre. Pero hay una... cosa más, señor. No está sola.

El anciano giró a sus camaradas y les gritó:

— Nos vamos a la corriente ¡En marcha!

Todos dieron un coro cortito para desahogarse de valor y dieron pasos deprisa a dónde el sonido del agua influía lenta.

Una vez allí, el chico Lorenoi fue el primero hallar más rastros de la desaparecida. El muchacho gritó señalando las rocas...

Los demás voltearon sus cabezas a dónde el apuntaba con el dedo, y lo que vieron fueron rastros de sangre y pedazos de pieles esparcidas por varias rocas que se encontraban pegadas.

— Oh no. Ha sido un yun eso. —murmuró el soldado anciano muy preocupado.

— ¿Señor? Señor, ¿creé que la jovencita haya caído por ahí? —preguntó el soldado grueso y obeso que dirigía a los chicos. El anciano pegado sus ojos en las rocas ensangrentadas contestó en voz baja:

— Qué dios se apiade de nosotros. —dijo haciendo la señal de la cruz. - La chica no hubiese sobrevivido, pero si fue así... - Suspiró. - Tenemos que regresar para informarle al señor de la torre la dura noticia haber que dice como debemos proseguir.

— Yo diría señor, que debes —empezó a intervenir, Lorenoi. - dejarnos algunos de nosotros para buscar por las cataratas río abajo. Tal vez no pasó esto hace mucho tiempo...

— ¡Suficiente! —le retuvo el soldado obeso. - Haz lo que se te ordene.

— ¡No! Déjalo. —El anciano aceptó a escuchar. - ¿Qué propones, Lorenoi?

Y el muchacho le contó ideal un plan, conociendo el área y las regiones como la palpa de su mano, propuso además invitar al aprendiz del cazador Fénix para que lo acompañada en está búsqueda para que cuidara de su espalda por si el yun en bravo y peligroso.

El anciano vacilante aceptó y envió rápido a un soldado en busca del chico Nikolaj para que sea el acompañante por ser un experto de atravesar el agua y rastrear sobre ella, a demás de eso es muy bueno con el arco.

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