Capítulo 22

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Ella siempre será la primera

Después de ese pequeño susto, Dimitri se quedó conmigo todo el día, y siendo sincera, lo agradecía.

Me había invitado a una de sus peleas y eso significaba que: uno, iba a ver cómo le partía la cara a alguien, dos, lo iba a ver sudadito y tres estaba cagada. Si, no lo voy a negar, estaba asustada. ¿Y si le partían la cara? ¿Y si le hacían mucho daño? Estaba asustada, pero no quería preocuparlo.

–Vamos castaña llegare tarde.

–¿Y si te digo que mejor nos quedemos aquí viendo una película, con palomitas, abrazaditos y con chuches, te quedas?

–¿Estas asustada no?

–Un poco.

–No me va a pasar nada de verdad.

–Eso dices siempre, y siempre termino medio ahogada en la playa. O cuando fuimos a patinar y te dije ¡oye te vas a caer! Y me respondiste, no me va a pasar nada ¿y que pasó? Te caíste.

–Y me hiciste curitas y fui el hombre más feliz del mundo. - dijo acercándose a mi y cogiendo mis manos. - no me va a pasar nada castaña.

Y le crei, no volvi a rechistar, solo me calle, sonreí y le cogí la mano mientras salíamos de casa.

Camino al gimnasio donde peleaba me puse a pensar en todo el tiempo que llevábamos juntos. No habia un solo día en el que no pensara en el y siempre me preguntaba si el pensaba en mi. Se que e estado a punto de decirle todo lo que siento pero, ¿y si el no siente lo que yo siento por el? Es otra de mis grandes dudas.

–Te noto pensativa - dijo sin quitar la vista de la carretera - ¿que le pasa a mi castaña preciosa?

–Nada, estoy pensando en mis cosas - dije sin darle importancia.

–Todo va a salir bien, creeme, no me va a pasar nada malo castaña.

Cogió mi mano y la beso. Ese simple gesto hacia que mi corazón latiera demasiado rápido, a tal punto de parecer que iba a explotar y me encantaba sentirme así.

Me miró una última vez a los ojos y me sonrió. Tenía una sonrisa perfecta, a vista de cualquiera le podría parecer una normal y corriente pero para mí. Para era de las sonrisas más bonitas que habían mirado mis ojos y joder que era bonita. De solo pensar que esos labios tocaban los míos se me erizaba la piel.

Siempre detalla mucho como era, no tenía imperfecciones por ningún lado, bueno tenía un par de cicatrices en la cara, uno en el labio y otro en la ceja la cual hacía que siempre tuviera una línea que las separaba. Como lo que se hacen los chicos cuando se pelan. Siempre lo vi una cosa absurda, pero a él le quedaba de muerte.

Había veces que se dejaba la barba crecer, pero eran muy pocas las veces que le escuchaba decir que estaba guapo así. Y mira que tiene el ego algo. Pero lo que el no sabe es que siempre estaba precioso con todo lo que se pusiera, todo le quedaba bien y el lo sabía aunque no lo admitiera.

Sus ojos eran grises, no unos grises apagados, si no eran vivos y el siempre decía que yo era la que le daba vida a ellos. Muy cursi lo sé, pero sabía como hacer que me sonrojara.

Le encantaba que me hiciera la dura con el, y juro que lo intentaba pero era imposible pasar de él o no estar a su lado.

No era una persona cariñosa. Pero poco a poco e conseguido que se abra a mi y me encanta.

Sinceramente no tengo nada malo que decir de él.

–¿Castaña?

–Dime.

Dulce tentación (Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora